Llegar a San Juan y Martínez siempre tiene algo de ritual. El aire huele distinto, como si el polvo de los caminos trajera consigo historias de campesinos, surcos recién regados y hojas de tabaco secándose en las casas de cura. Esa tarde, el destino fue la vega Quemado de Rubí, donde vive y trabaja Héctor Luis, el Hombre Habano, y donde cada rincón parece tener un secreto que contar.
Héctor Luis es de esos hombres que se ganan el respeto con solo estrechar la mano. Su andar sereno, su mirada que observa con orgullo los sembrados, su manera de explicarlo todo como si hablara con viejos amigos, hacen que uno se sienta parte de la vega. Él no habla de tabaco como un producto, lo hace como quien cuenta la historia de su familia, de su tierra, de sus raíces.
La finca es un verdadero espectáculo: casas de curado que guardan el aroma más auténtico del tabaco cubano y trabajadores que, con manos curtidas, miman cada hoja. Allí todo se hace con paciencia, sin apuros, como si el tiempo se detuviera para permitir que la tradición siga intacta.
Pero Quemado de Rubí es mucho más que tabaco. Apenas llegas, el ranchón te recibe con su ambiente fresco y rústico, ideal para desconectar del ruido de la ciudad. Allí el menú es un homenaje a la comida criolla.
Quien busca vivir la experiencia completa, puede hacer paseos a caballo por los alrededores, recorrer los campos mientras escucha de primera mano la historia de la cosecha y hasta participar en demostraciones de torcido de tabaco y maridaje. Las visitas guiadas permiten conocer cada etapa del proceso productivo, desde la siembra hasta la selección de la mejor hoja para las vitolas más reconocidas del mundo.
Despertar allí, con el canto de los gallos y el olor a café recién colado, es un lujo que devuelve paz y energía.
Mientras caminas junto a Héctor, escuchas historias de sacrificio y logros. Habla de cómo ganó el título de Hombre Habano, de los años difíciles en que la tierra parecía no dar tregua y de su empeño por enseñar a las nuevas generaciones para que el arte de cultivar tabaco nunca se pierda. Hay algo emocionante en verlo tan orgulloso de su tierra, tan comprometido con que el nombre de San Juan y Martínez siga siendo sinónimo de excelencia. Cuando llega la hora de marcharse, uno se despide con la sensación de que no fue solo una visita, fue una experiencia para los sentidos. Quemado de Rubí es el lugar donde el tiempo se toma un descanso, donde el sabor de la comida, el olor del tabaco y la hospitalidad de su gente te recuerdan que Cuba no solo se cuenta: se vive.