Cuando hay muchos hombres sin decoro, hay siempre otros que tienen en sí el decoro de muchos hombres”, dijo Martí. Hoy traemos una historia sencilla de un gran hombre, con la que rendimos homenaje a los donantes voluntarios de sangre
Los hombres de vergüenza se conocen a la legua. Esa fue la impresión que nos llevamos cuando conocimos a Jesús Roberto Hernández Ramírez. Iba vestido de su uniforme del Sepcap, y, casi sin hablar, supimos que el humanismo era una de las cualidades de este pinareño.
Es un hombre de carácter serio, que mira de frente y sin temor, abrazado por la sinceridad y el respeto a los demás. Luego conversamos, y en uno de los momentos más cruciales nos enseñó las fotos de sus padres que lleva en su billetera.
Roberto y Adalberta, él chofer; ella abogada, progenitores que enseñaron, a Jesús y a su hermana, costumbres y valores que enaltecen el alma. Tal vez por eso, haya sido Jesús el escogido para representar, en este periódico, a los donantes de sangre pinareños en su jornada nacional de homenaje a quienes, de una forma altruista, sin que medie ningún interés económico, donan el líquido vital.
Pensamos que a sus 59 años tendría muchas historias que contar en este mundo de las donaciones sangre; que tuviera anécdotas y vivencias, miles, pero no, comenzó hace alrededor de unos cuatro años y medio.
“Me convocaron a donar en una emergencia, y resultó que mi grupo sanguíneo es O-, donante universal, desde ese entonces, no he dejado de extender mi brazo, y pasé a ser uno más del grupo de los controlados”. Nos confiesa que lo único que siente es no haber comenzado antes, por desconocimiento, nos dijo.
Nunca sabe Jesús a quién o quiénes va dirigida la sangre que él aporta, pero lo que sí asegura es que la sensación de salvar vidas humanas es insuperable. “Me extraigo cuatro veces al año, cada tres meses, y para esto llevo una vida muy sana, me cuido mucho, no fumo ni bebo, y cuido mi alimentación.
“Para mí, dar de mi sangre significa mucho, porque estoy salvando una vida. Es una maravilla saber que puedo ayudar a personas enfermas o accidentadas que lo necesitan, por eso, a cualquiera que le haga falta se la doy”.
Según él, tiene un promedio de 21 donaciones, una cifra bastante discreta si tenemos en cuenta que hay quienes llevan mucho tiempo, pero lo más importante es que la vida demuestra en este ejemplo que no hay una edad límite para hacer el bien en este sentido.
“Voy a estar donando hasta que mi cuerpo me lo permita, me siento bien de salud y seguiré”. Jesús es militar jubilado y labora como agente de seguridad (custodio) en la Comisión Electoral Municipal en Pinar del Río.
“En mi trabajo me ayudan, saben de la importancia de lo que hago, por lo que puedo descansar cuando me corresponde ir al Banco de Sangre”.
Humilde hasta los tuétanos, ni siquiera él se percata de que hay familias agradecidas, hoy, por las calles de este Pinar del Río, que sin saber el nombre de su benefactor, le deben y agradecen desde el anonimato la vida de un familiar.
Decididamente, Jesús es una persona moderada en las palabras; sin embargo, mostró mucho orgullo al hablar de su familia: de sus padres ya fallecidos, de su hermana y de sus hijas. “Se llaman Yadira e Indira, viven en La Habana, y tengo dos nietos: Andrés y Luis”. Ellas también son de grupos sanguíneos que tienen amplia posibilidad y que pueden ser transfundidos a personas de otros muchos grupos.
“Hace poco, mis hijas, ante una emergencia, fueron por primera vez y donaron, y no les he preguntado si van a continuar, pero me gustaría, porque este gesto nos hace mejores seres humanos. Igual, quisiera que mis nietos algún día pudieran hacer lo mismo.
“Los que aportan de forma voluntaria su sangre, esos mismos compañeros míos que veo de forma sistemática, hacen algo grande, porque le dan vida a otras personas, y eso habla cantidad de la calidad humana de todos los que extienden su brazo. Son personas honradas.
“No hay nada más importante que saber que puedes prolongar la existencia de otro y que sabes que puedes ayudar, lo cual haces de corazón, no te quedas a esperar qué sucede, haces tu parte y te sientes bien contigo mismo.
“Uno se levanta en la mañana con mejor ánimo, porque lo que tengo que es mi sangre, mi vida, la comparto con otro, para que también tenga.
“Solo me queda decir a aquellos que tienen salud y pueden donar su sangre, que den el paso al frente, no hay nada que te haga sentir mejor, cualquiera puede necesitar sangre, y los donantes voluntarios somos muy importantes”.
Sale del local de nuestro encuentro, lo vemos caminar, mezclarse entre la gente como uno más de tantos de este pueblo, está de posguardia, así nos dijo, pero no va a descansar…
“Ahora debo buscar el sustento diario, la alimentación y hacer otros menesteres, a las cinco de la tarde tengo trabajo otra vez”, nos confesó.
Natural de la ciudad pinareña, en la calle Máximo Gómez, trabajó por San Antonio de los Baños un buen tiempo, y ya en su jubilación regresó a su terruño. Tal vez muchos vecinos desconocen que ese hombre que pasa raudo y saluda con timidez es un héroe más, que no escatima para dar lo más valioso que posee para salvar a cualquiera, no hacen falta rostros, edades, motivos, lo único que tiene es deseos de ayudar, aportar… salvar.
Recuadro
Del seis al 14 de junio se celebra en Cuba la Jornada del Donante Voluntario de Sangre, esta vez bajo el lema Donar salva vidas. Los Comités de Defensa de la Revolución de conjunto con Salud Pública realizan cada año esta iniciativa, para reconocer y agradecer a estas personas por su contribución a la garantía y disponibilidad de sangre y hemoderivados para quienes lo necesitan.