Casi cien carreras se anotaron en la subserie que recién concluyó entre Vegueros y las Avispas. Sí, usted leyó bien. Para ser exactos, 96 hombres pisaron la goma en ese cotejo. Una barbaridad en toda su extensión
Casi cien carreras se anotaron en la subserie que recién concluyó entre Vegueros y las Avispas. Sí, usted leyó bien. Para ser exactos, 96 hombres pisaron la goma en ese cotejo. Una barbaridad en toda su extensión.
De los cinco duelos que efectuaron ambos conjuntos, en tres, el equipo ganador fabricó la inusitada cifra de 20 carreras. Hacía bastante tiempo, tal vez varias décadas, que no escuchaba y veía algo igual.
La Serie Nacional luce, al menos en este inicio, una desproporción importante en casi todos los parámetros de juego, y no hablo solo por estos abruptos e impensables marcadores que adormecieron la pizarra del Guillermón Moncada.
De manera general la ofensiva del torneo se comporta para 294, un promedio bastante superior a la media en las ligas caribeñas y de otros circuitos profesionales.
Claro, ello no significa que ahora tengamos en nuestro principal espectáculo deportivo mejores bateadores. Ese promedio empuñando el madero al final contrasta con otro elevado acápite que se muestra en los primeros compases: el picheo. Los serpentineros de la Serie trabajan para una efectividad de 5,50 y otorgan 4,70 bases por bolas por cada nueve entradas de labor.
Contrario a lo que podíamos imaginar desde el mismo «play ball» inicial hasta la fecha el renglón de juego más estable viene siendo, aunque insuficiente, la defensa, con un average de 970.