Son innumerables los espacios a lo largo y ancho de Cuba, en los que se desarrollan proyectos literarios, a los cuales tienen acceso gratuitamente todos los niños. Ese es uno de los mayores logros del desarrollo de la cultura en esta Isla.
Resulta fácil acercarse a estos escenarios, pues se encuentran ubicados en lugares céntricos de las ciudades, pero en las zonas rurales también están aquellos niños que necesitan, y merecen recibir lo extraordinario de la lectura, sumergirse en las páginas de un libro para descubrir un nuevo mundo, y por un instante vivir otra vida imaginaria.
Llegar a todas las zonas alejadas de los centros culturales ha de ser meta y objetivo de los promotores, que son el alma del desarrollo cultural de las comunidades, los principales cultivadores y descubridores de talentos.
Los intercambios con los niños, en las zonas rurales son muy diferentes a lo que habitualmente acostumbramos a observar en nuestras calles; pero en ellos también se propician grandes, y buenos resultados, pues cuando un niño lee un libro, se despierta en él una curiosidad incesante, unido a los deseos de descubrir nuevas cosa y crece en ellos la necesidad de emprender un camino hacia los conocimientos, pues como dice el precepto martiano: «la lectura estimula, enciende, aviva».
Desarrollo, humanismo y desinterés son tres aspectos fundamentales que debe tener cada proyecto y programa de promoción de la lectura. El principal propósito, y lo único imprescindible es no dejar aislados a aquellos infantes que por causa del fatalismo geográfico, están lejos del alcance de la magia de los libros. Crear bibliotecas rurales es una iniciativa que debe ser puesta en marcha para ser concretada cuanto antes.
Hay que unir iniciativas y voluntades para desarrollar nuevos proyectos y propuestas para la promoción de la lectura. Que estos sean llevados a los rincones olvidados, pues difundir el libro es fomentar valores, y una comunidad con valores es capaz de alcanzar el máximo de su desarrollo ¿Quién sabes si por esos lejanos lugares existan talentos ocultos? Quizás alguno de esos pequeños niños, después de leer su primer libro, motivado escriba sus primeras líneas, y en unos años se convierta en un «Premio Nacional de Literatura».
Donde se lleva un libro, se lleva vida.
Por Adrián Rodríguez González