Cada vez que escuchamos contar relatos de vivencias tristes, sobre tragedias o amargos momentos vividos por alguna familia, sentimos ese dolor en nuestra propia piel. Y es que así de sensibles somos los cubanos, que nacimos con la capacidad de sufrir el dolor ajeno. Pero si la triste vivencia es relatada por una adolescente de apenas 15 años, que además es su protagonista; con solo mirar sus ojos lagrimosos al momento de narrar, se nos ablanda el corazón. Son los sentimientos que hace despertar la jovencita Erika Lorena Breto Rabeiro, cuando cuenta cómo sus historias vividas la llevaron a adentrarse en el mundo de la literatura.
Tienes 15 años, y en 2023 obtuviste un premio con un relato sobre tus vivencias en el Covid-19. Cuéntame sobre eso. ¿Cómo llegaste a participar en ese concurso?
—En aquel entonces estaba cursando el noveno grado en el «Centro Mixto Basilio Caraballo», de mi pueblo natal Puerta de Golpe, y la profesora Ileana Rosa Barrera Castillo, metodóloga municipal de Biología, llega a la escuela con la convocatoria de un concurso de carácter nacional, me cuenta y los géneros a concursar: debía escribir sobre el Covid-19.
¿Cómo fue el proceso de creación de la obra, y cómo lograste enviarla a tiempo? Cuando apenas restaban menos de 24 horas para cerrar la convocatoria.
“Solo tenía ese día para enviar mi obra, pues al otro día cerraba la convocatoria. Estaba contra el reloj. Yo elegí la categoría de Testimonio. Decido escribir sobre las vivencias de mi familia en esa dura etapa.
“Ileana me informa que la obra debe ser presentada en formato digital. Lo cual significaba otro reto para mí, porque en aquel entonces no tenía ni teléfono celular, ni una laptop donde realizar mi trabajo.
“Cuando llego a casa, ya pasadas las seis de la tarde le comento a mi mamá, y ella enseguida habla con una amiga para que su esposo me hiciera el favor de teclear mi trabajo en su computadora. Y desde el teléfono de mi mamá se lo enviamos a la profe Iliana. Gracias a Dios lo logramos a tiempo. Me tomó aproximadamente dos horas escribir aquella historia”.
¿Qué sentiste en el momento en el que recibiste la noticia de que habías ganado el concurso?
“Cuando la profe Ileana me llama y me da la noticia de que yo había resultado la ganadora de aquel concurso no me lo podía creer. Fue una gran sorpresa para mí. No me esperaba ganar realmente”.
En el año 2024 obtuviste un nuevo premio con otro relato basado en otra vivencia personal. Cuéntame sobre este premio, y el resultado final de este relato.
“ Pertenezco al proyecto «Soñar crecer», del cual una de sus coordinadoras es la profe Ileana. Yo tenía 14 años, y los demás integrantes del proyecto tenían 12. En esta ocasión nos invita a escribir sobre nuestras experiencias durante el paso del huracán «Ian», en el 2022. En noviembre de 2024 nos informa que una representación del proyecto vendría desde La Habana a reunirse con nosotros, pues estaban seleccionando entre todas las historias escritas por los integrantes del proyecto, la de mayor impacto para llevarla a la televisión, mediante un corto.
“Otra vez para mi sorpresa, a los dos días de aquel encuentro, la profe Ileana me avisa que mi historia fue la seleccionada para ser llevada a un audiovisual. Esta vez fue más impactante, porque fue una historia que escribí con mucho dolor. Hicimos el trabajo de edición y enviamos la historia ya lista para grabar“.
¿Qué cuenta esta historia?
“Cuenta cómo mi mamá, mi abuelo y yo, tuvimos que evacuarnos en un pequeño cuarto de placa de nuestra casa para resguardarnos de los azotes de «Ian». Y cómo los fuertes vientos arrancaron completo el techo de la casa. El agua destruyó mis libros y mi piano de cola. Entonces tuve que superar mi miedo a las alturas y subirme en una silla, y con ayuda de mi abuelo, tomar una manta grande y cubrir todo el techo de la casa para evitar que la lluvia continuara destruyendo lo poco que nos quedaba. Ver a mi mamá en aquel estado de tristeza me hizo superar el miedo que siempre le había tenido a las alturas. Yo tenía en aquel entonces 12 años. No atinábamos a otra cosa que no fuera a llorar”.
¿Qué sentiste cuando ya viste tu historia en la pantalla?
“Fue una mezcla de sentimientos: nostalgia, tristeza, alegría. Sentí que lograron transmitir lo que realmente yo viví en aquel momento, lo que sufrió mi mamá y mi abuelo”.
¿Qué planes futuros tienes en relación con la literatura?
“Me gustaría seguir escribiendo, superarme y convertirme en una escritora profesional. Estoy trabajando en varios proyectos que serán una sorpresa”.
Tocas el piano y la guitarra ¿Cómo aprendistes a tocar estos instrumentos?
“Toco la guitarra desde los siete años. Me comenzó a enseñar una profesora llamada Rachel, pero su mamá enfermó y no me pudo seguir enseñando, por lo que yo continúe aprendiendo sola.
“A los 10 años comienzo a asistir a clases de piano y de guitarra en la «Iglesia del séptimo día», en Pinar del Río, con la profesora Laidelis. Solamente pude recibir dos clases porque llegó la pandemia del Covid-19, y tuve que continuar aprendiendo sola a tocar piano y guitarra en mi casa. La profesora me asesoraba por el teléfono fijo.
“En noveno grado participé en el festival internacional «Dignidad por los pueblos», donde tuve que musicalizar el poema «Naturaleza plena», de la autoría de Ileana Rosa. Esta vez colaboré con Alejandro Orama Sánchez, otro joven músico. Fue algo novedoso para mí porque tuve que cantar”.
¿Qué significa la música para ti?
“La música para mí es mi otro idioma. A través de ella puedo expresar lo que con palabras no puedo. Mis tristezas y alegrías”.
Te encuentras estudiando en el IPVCE Federico Engels, de Pinar del Río ¿Qué carrera universitaria te gustaría estudiar y por qué?
“Me gustaría estudiar Comunicación Social, porque yo creo en el poder de las palabras. Quisiera ser la voz de aquellos que por miedo callan. Quiero contar las historias que muchos no se atreven a contar, que mis mensajes tengan carácter educativo y que ayuden a los demás a conseguir sus sueños. Pero a su vez quiero decirle a todos aquellos que amen escribir, que no tengan miedo, pues esas historias pueden convertirse en vivencias premiadas”.
Por Adrián Rodríguez