En la Cuba de hoy, donde las transformaciones sociales y legales se suceden con una rapidez inusitada, el Derecho de Familia es un espacio lleno de particularidades que a menudo pasan desapercibidas. Si uno se detiene a mirar con lupa las normas que regulan la vida familiar en la Isla, descubre un mosaico de curiosidades y detalles únicos que forman parte de nuestra cotidianidad, aunque a veces no seamos conscientes de ello.
Por ejemplo, uno de los cambios más notables ocurrió con la aprobación del nuevo Código de las Familias en 2022, un texto que sustituyó al de 1975 y que colocó a Cuba a la vanguardia en América Latina en cuanto a reconocimiento legal de afectos y diversidad familiar. Aunque muchos conocen los titulares principales —como el matrimonio igualitario— pocos saben que en ese Código también se reconoce algo llamado parentalidad social. Este concepto permite que un adulto, sin ser padre biológico, pueda asumir legalmente deberes y derechos respecto a un niño con quien tiene un vínculo afectivo estable. Algo así como legalizar el cariño que muchos padrastros y madrastras venían construyendo de hecho.
Otra curiosidad es que, en Cuba, los abuelos tienen un derecho expreso a mantener comunicación y relación afectiva con sus nietos, incluso si los padres están separados o hay conflictos familiares. Este reconocimiento, que en otros países todavía no es norma, resalta el papel central de la familia extensa y la importancia que la cultura cubana concede a los abuelos como pilares de la crianza.
Asimismo, pocos reparan en que el Código cubano contempla la posibilidad de que las mujeres embarazadas puedan iniciar acciones de reclamación de filiación antes del nacimiento del hijo. Es decir, si la madre considera que debe reconocerse la paternidad, puede promover el proceso estando aún en gestación, y el fallo queda firme después del parto. Esta vía busca proteger los derechos del niño desde antes de su nacimiento, una particularidad que no todos los ordenamientos jurídicos reconocen.
Si nos vamos a los alimentos, descubrimos otra curiosidad: no solo los hijos menores tienen derecho a reclamarlos. También pueden reclamarlos los hijos mayores que estudian hasta cierta edad, los ex cónyuges en determinados casos e incluso los hermanos, si media estado de necesidad. Esta red de solidaridad obligatoria muestra que, en el Derecho cubano, el concepto de “familia” no es limitado, sino que se entiende como un sistema de protección mutua.
¿Y qué pasa con el apellido? Muchos cubanos creen que siempre es primero el del padre y luego el de la madre. Sin embargo, el nuevo Código permite invertir el orden de los apellidos, a voluntad de los progenitores, al momento de inscribir al hijo. Esta posibilidad puede parecer una anécdota menor, pero refleja un cambio simbólico importante en la equidad de género y en la forma de concebir la identidad familiar.
Otro aspecto que pocos conocen es la mediación familiar, prevista de manera más detallada en el nuevo Código. Aunque la mediación existía de forma limitada, ahora se promueve de manera activa para la solución de conflictos de guardia y crianza, pensiones alimenticias, régimen de comunicación y demás desacuerdos familiares. Este énfasis en el diálogo no solo descongestiona los tribunales, sino que busca fomentar la cultura de la paz.
La adopción también cuenta con novedades: ahora es posible la adopción por parejas del mismo sexo, un reconocimiento que sitúa a Cuba entre los países más avanzados en este tema dentro de la región. Además, se establecen salvaguardas para proteger los derechos del niño adoptado a conocer sus orígenes, algo que antes no estaba regulado de forma tan explícita.
Y por si fuera poco, hay un detalle curioso que muchos padres ignoran: el incumplimiento de los deberes de asistencia alimentaria no es solo un asunto civil. Puede derivar en responsabilidad penal si se prolonga en el tiempo y causa perjuicio serio, un recordatorio de que la solidaridad familiar no es solo un valor moral, sino también una obligación jurídica.
El Derecho de Familia en Cuba no es solo un conjunto de artículos, es el reflejo de la cultura, las relaciones de afecto y el proyecto social de un país que, con sus retos y contradicciones, ha decidido colocar a la dignidad humana y a la diversidad en el centro de sus normas.