Recientemente, un artículo en una edición de Harvard Business Review analiza cómo la “recesión de la amistad”, o la tendencia decreciente de amistades significativas está echando raíces lentamente en nuestras vidas.
Según la American Perspectives Survey, el número de adultos estadounidenses que dicen tener “ningún amigo cercano” se ha cuadruplicado desde 1990, llegando al 12 por ciento. Mientras tanto, la cantidad de personas con “10 o más amigos cercanos” ha disminuido en un tercio.
Una tendencia similar está surgiendo en áreas urbanas de la India: mientras los conocidos aumentan, las amistades profundas se vuelven cada vez más escasas.
En el pasado, las personas entablaban fácilmente conversaciones con desconocidos en cafés o bares. Ahora, la gente se sienta sola, desconectada de la multitud. En Estados Unidos, el número de personas que come sola ha aumentado un 29 por ciento en los últimos dos años.
La Universidad de Stanford, incluso, ha introducido un curso llamado Diseño para amistades saludables, lo que destaca que formar y mantener amistades ahora requiere aprendizaje y esfuerzo.
Hacer tiempo para la amistad ya no debería ser un lujo, sino una prioridad. La soledad dejó de ser una elección, se está convirtiendo en un hábito. Si no priorizamos conscientemente la amistad, no solo será difícil hacer nuevos amigos, sino que también perderemos las conexiones antiguas.
Las reuniones religiosas, clubes, deportes y organizaciones voluntarias —que alguna vez fomentaron la amistad— están disminuyendo.
Nos hemos limitado a las redes sociales, a las responsabilidades familiares, e incluso, a las mascotas. ¡Sí, algunos amigos ya no se ven porque no pueden dejar solos a sus animales!
Hoy, la amistad ya no es parte de la vida cotidiana, solo sucede cuando se cumplen otras responsabilidades.
Sin embargo, las investigaciones enfatizan la importancia de la amistad. En el libro de Bonnie Ware The Top Five Regrets of the Dying (Los cinco principales arrepentimientos de los moribundos), destaca un lamento conmovedor:
“Ojalá hubiera mantenido el contacto con mis amigos…”.
La investigación muestra que el aislamiento social aumenta el riesgo de enfermedades cardíacas, demencia y mortalidad; que la ausencia de amigos es tan dañina como fumar 15 cigarrillos al día. Las amistades mejoran la salud mental, física y emocional.
El estudio de 80 años de Harvard concluyó que el mayor origen de la felicidad y la salud en la vida no es la riqueza ni la carrera, sino las relaciones cercanas.
Valoremos nuestras amistades, y para vivir a plenitud hagamos tiempo construyendo relaciones “éticamente amistosas” y significativas, de esta manera podemos ratificar lo que bellamente nos afirma el penúltimo verso del Credo de nuestro querido y siempre recordado poeta Aquiles Nazoa.
“Creo en la amistad como el invento más hermoso del hombre”.
Por: Gaspar Velázquez Morillo (Tomado de Cubadebate)