Era un sueño que brotaba desde la tierra misma, una idea que se tejía con hilos de monte, río y cielo. La creación del Campismo Popular en Cuba no fue solo una política turística o recreativa, sino una verdadera revolución cultural impulsada por el Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz.
Corría la década de los ochenta cuando comenzó a materializarse este sueño. En tiempos difíciles Fidel apostó por un proyecto que muchos veían utópico: ofrecer a los trabajadores y sus familias la posibilidad de vacacionar en plena naturaleza, de forma accesible y con todas las condiciones mínimas de comodidad. Así nació el Campismo Popular, una red de instalaciones que acercaban al cubano de a pie a parajes antes casi exclusivos o remotos.
No es casualidad que Pinar del Río, esa joya occidental del archipiélago cubano, fuese uno de los escenarios privilegiados para acoger las primeras bases de campismo. Con sus mogotes, sus ríos y cuevas que guardan historia y misterio, unidos a la flora y fauna que parecen sacadas de un libro ilustrado, esta provincia era, y es, una cuna natural.
Así, el campismo no solo echó raíces en Vueltabajo, sino que creció con alma. Desde instalaciones como “Dos Hermanas”, la “Cueva de los Portales”, miles de familias pinareñas y visitantes de todo el país han vivido aventuras inolvidables: fogatas bajo las estrellas, excursiones por senderos escondidos, baños en pozas naturales, juegos entre niños…
El Campismo Popular ha sido, desde su origen, una escuela de amor a la naturaleza, una trinchera de valores. Ha enseñado a generaciones el respeto por el entorno, la convivencia, el compartir lo poco con alegría, la conexión con lo esencial. En los campismos no hay lujos, pero sí abundancia de lo que vale: amaneceres tranquilos, historias al calor de una linterna, el olor a tierra mojada, la certeza de que se puede ser feliz con lo justo.
Y hoy sigue vivo ese espíritu con nuevos proyectos que integran el turismo de naturaleza, pues con la educación ambiental y el desarrollo local, se diversifican los servicios y se potencian las rutas ecoturísticas. Pinar del Río continúa siendo estandarte de esta iniciativa.
El campismo no es solo una forma de vacacionar, es una filosofía de vida, es un legado de amor por la tierra y por la gente.