Guerrillero entrevistó a una madre cubana, ejemplo y guía para sus hijos, y sobre todo, siempre dispuesta a enfrentar cada día la tarea de forjar a sus descendientes
Marlenis Pérez Bello es una señora de carácter agradable y protector. Conversar con ella nos transporta a las costumbres de las damas de épocas anteriores, y disfrutamos de un diálogo matizado siempre por un tono de voz bien bajo y unas palabras llenas de sentimientos.
Lo mismo que cuando habla del trabajo, que de la familia o de los hijos, sus frases bien sentidas salen libres de falsas poses o términos rebuscados, más bien cada expresión le brota del corazón. Coge aliento y se quiebra un poco en cada tema, pero la pasión la hace seguir.
A sus compañeros de la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba (Etecsa) de Pinar del Río, donde labora hace cerca de 30 años, nos los describe como a su gran familia. Esos mismos, que, según ella, se preocupan cuando tiene problemas personales, familiares o de enfermedad.
Es pinareña, y desde que nació vive en la calle Frank País (Sol) de la ciudad. Allí conoció del amor de sus padres, y de una educación que raya con los más puros valores humanos.
“Mami, igual que lo fue papi, es una persona muy trabajadora. Ellos nos enseñaron a ser bondadosos, amistosos, honestos y humildes”.
Así expresa, mientras nos describe su hogar actual lleno de lo mejor, porque prima el respeto y el amor, y en el que se apoyan y cuidan cuando tienen problemas, y también se gozan cuando las cosas van bien.
Marlenis estudió en primera instancia la Ingeniería en Equipos y Componentes Electrónicos, en el año 1993, pero hizo las prácticas laborales en Etecsa y allí se quedó. Más tarde hizo la Ingeniería en Telecomunicaciones, y se desempeña actualmente como jefa de unidad de tráfico y optimización en esa empresa.
Tal vez pudo hacer la maestría, pero la maternidad y un accidente automovilístico de su esposo, lo imposibilitó.
LA MARLENIS MAMÁ
Marlenis tiene limitaciones físicas, nos contó que en el año 1994, por unos tumores que le salieron en una pierna, le tuvieron que extirpar un músculo completo y parte del glúteo, además recibió tratamiento con radiaciones y sueros citostáticos.
«Fue también una etapa difícil, comenzando mi vida laboral y muy joven pero nunca me faltó el cariño, el amor y el apoyo de mi esposo, mis padres y familiares y amigos».
Sin embargo, hizo de su vida una historia real, llena de fuerza y sacrificio, y nunca desdeñó la idea de ser madre.
«Después de esta época tuve que esperar cinco años para poder tener mis hijos, y gracias a Dios tuve esa dicha.
“No hay libros para la maternidad, por eso cada día es un reto. Ser madre para mí ha sido lo mejor que me ha pasado, y me defino como una cariñosa, brindándoles siempre mi amor, apoyo y cariño incondicionalmente, y sacando fuerzas para seguir adelante, enseñarles a vivir llenos de buenos valores amistad, honestidad, amor y humildad».
Bien dijo José Martí que los brazos de las madres son como cestos floridos, y del pecho de Marlenis para sus niños salieron solo alabanzas.
“Tengo un hijo y un hija, de 24 y 23 años, respectivamente. Fueron uno detrás del otro, salí embarazada enseguida y mi esposo me dijo que era el momento para tener el segundo, y nació la hembra. Laura Marta y José Joaquín son sus nombres.
Para Marlenis y José Luis (su esposo) estos muchachos han sido su galardón, su premio. Esta pareja, viene unida desde que estudiaron en la Universidad, hoy trabajan juntos y son un matrimonio consolidado con una historia de entrega y consagración bien rica.
“En mi desempeño como mamá tuve el apoyo de mis padres, también el de una señora que me ayudó mucho, y me los cuidó cuando chiquitos, porque no pude ponerlos en el círculo infantil. Ellos le decían la “Mima”, imagínese el cariño que le tenían, hoy esa mujer es mi familia.
“Le estamos muy agradecidos, porque pasamos situaciones difíciles: mi esposo tuvo un accidente automovilístico serio, cuando la niña aún no llegaba a los tres meses y el varón tenía uno. Estuvo mucho tiempo afectado, hasta que el tratamiento con las células madres lo ayudó mucho.
Gracias a él, Marlenis pudo seguir trabajando para mantener la casa, porque él la ayudó también con los niños. Después, José Luis se pudo incorporar laboralmente de nuevo.
“Lo principal que una madre puede otorgar a sus hijos, pienso que es el amor, el cariño, la unión, la familia, que ellos vean que todos somos felices juntos”. Y ahí involucra Marlenis a los abuelos, tíos, primos…
“Lo otro que les debemos regalar siempre son los valores que logremos inculcarles, como la honestidad, el respeto, la cordialidad y la amistad”.
El hijo está estudiando Telecomunicaciones, en segundo año; y la niña es Ingeniera Informática, y ambos trabajan en Etecsa”.
UNA MADRE CUBANA
Como muchas, Marlenis es una madre cubana que vive de acuerdo con los cambios y situación económica del país, por eso nos dice que cada día, en estos momentos, llega a su casa a cocinar en una hornilla de carbón.
“Pienso que las cubanas somos heroínas, tenemos que volvernos madres, maestras…y es muy difícil la situación que estamos enfrentando en las casas. Valga la familia y la unión para que las cosas salgan, en la casa todos apoyan, el niño me enciende el carbón…
“Cocino diario, porque le tengo miedo a la contaminación de la comida. Hoy, por ejemplo, ya puse los frijoles, pero tengo a mi mamá en casa que me los sazona. Ella tiene 87 años y que Dios me la acompañe porque está muy saludable”.
A Marlenis le gusta hacer dulces, sobre todo pudines, pero añora los días señalados y lo bien que lo pasan en familia. Prefiere hacer una “comidita” especial, jugar dominó, en fin, compartir, que para ella es lo principal.
Sobre el futuro espera una mejoría “para este país, para nosotros, mis hijos y para todos”. Por ahora, nos confiesa que le gusta caminar por las calles de Pinar del Río, sentarse en el parque con su esposo, coger aire, respirar…