«Capturando la magia del Valle de Viñales, un rincón de belleza única en Pinar del Río. Entre mogotes imponentes, campos de tabaco y un paisaje que parece sacado de un cuento, este lugar invita a soñar y conectar con la naturaleza en su estado más puro. Un rincón que refleja la esencia de la tierra cubana y su riqueza cultural y natural.»
Al adentrarte en la Cueva del Indio, el aire se vuelve húmedo y antiguo. El río subterráneo, serpenteando en la penumbra, refleja las formas caprichosas de las estalactitas como lágrimas petrificadas del tiempo. Los botes deslizándose sobre el agua negra revelan secretos tallados por siglos: arcos de piedra que asemejan catedrales olvidadas, murciélagos que dibujan sombras fugaces en las paredes.
Sobre la piel de un mogote, el Mural de la Prehistoria estalla en colores surrealistas. Gigantes criaturas —ammonites, dinosaurios, figuras humanas primitivas— danzan en un fresco de 120 metros, obra del artista Leovigildo González bajo la dirección de Diego Rivera. Más que pintura, es un himno a la evolución, donde el verde esmeralda de la vegetación enmarca este sueño al aire libre. El sol lo incendia al mediodía; la lluvia lo revive, como si la piedra nunca dejara de latir.