La cultura del ejercicio físico ha dejado de ser precisamente un pasatiempo aislado o de temporada, para convertirse en la fiebre social del momento. No son pocos los espacios o entornos urbanos dedicados a quienes desean construir su cuerpo y sus mentes.
Por ello no es de sorprender que a cada tanto se inauguren nuevos gimnasios, se publiciten los ya consolidados con nuevas ofertas, o entrenadores y practicantes en sí muestren los resultados de su constancia y fuerza de voluntad.
Lo que en la provincia Pinar del Río, como en todo el país, comenzó como la práctica de unos pocos, hoy se ha convertido en un estilo de vida, evolucionando desde adolescentes que desean verse más atractivos y voluminosos, hasta quienes buscan mejorar su salud y bienestar general.
Sin embargo, entre los centenares de lugares dedicados a esta actividad, hay espacios que marcan la diferencia no solo física para quienes buscan, a la par, una vía de escape a las vicisitudes que impone la cotidianidad.
Es el caso de “El Circuito”, una casa convertida en santuario para las buenas prácticas, donde Froilán Martínez Robaina, su gestor y entrenador personal, asegura que no solo entrena el cuerpo de quienes allí acuden.
EL CIRCUITO
Consolareño de pura cepa, y harto conocido por todos los pobladores del municipio, confesó que muchísimo antes de llegar al conglomerado de los gimnasios, y a pesar de mantenerse siempre activo y relacionado con el mundo del fisiculturismo activo, todavía siente pasión por su carrera de artes plásticas y por la la pintura.
No obstante, con el advenimiento de la Covid-19, y la caída de muchos planes y negocios alternativos, decidió que era tiempo de invertir toda su energía, sus recursos y su tiempo en algo que también lo hiciera feliz.
“Siempre tuve un bichito adentro de hacer algo por los demás en el sentido de fomentar el entrenamiento y la alimentación sana, pues en lo personal me ha resultado muy bien.
“Por tal motivo tomé varios cursos de preparación física que ofrecieron en el Fajardo, con el objetivo de formarme profesionalmente para esta actividad. No es lo mismo entrenar para ti, que instruir y entrenar a los demás. Eso lleva responsabilidad y conocimientos”.
Con la acostumbrada sonrisa de siempre, asegura que ya son cuatro años los que lleva en el mundo del “fitness”, como ahora se le dice por los más jóvenes. Cuatro años, que asegura, no han sido fáciles, pues los comienzos fueron difíciles.
“Como te explicaba, yo he hecho ejercicios físicos de fuerza toda mi vida, y siempre tuve alguna que otra pesa en casa, pero la mayoría de los equipos que hoy ves aquí, muchos de ellos tuve que estudiar la biomecánica del cuerpo humano y otras materias para confeccionarlos.
“Comprar o conseguir equipos de fábrica, o profesionales, en Cuba es sumamente difícil. Por tal motivo, recogiendo un hierro por aquí, y otro por allá, sumado a los estudios constantes que te comentaba y a las especificaciones técnicas de cada equipo en particular, es que logré esto. Hoy nadie puede decir que hay diferencias entre estos equipos artesanales y sus pares profesionales”.
MI CASA… MI TEMPLO
Sin embargo, el tiempo dedicado a los estudios para la creación de sus aparatos y las jornadas intensas de preparación física personal y de cara a sus practicantes, no es lo único que sacrifica hoy Froilán.
“Yo trabajo de lunes a viernes, de cinco de la madrugada a ocho de la noche. Todo ese tiempo dejo de dedicárselo a mi familia, pero comprendendemos que es la única forma de sustento y de salir adelante en un negocio honesto y que funciona para bien social.
“No obstante, para lograrlo, tuve también que renunciar a mi casa y comprometer de cierta forma la comodidad de mi madre. Hoy mi vivienda está convertida por completo en el gimnasio que ves. Mi casa es mi templo y el de las personas que aquí deciden entrenar”, explica.
Mientras las gotas de sudor recorren su frente y su cuerpo, en espera del próximo entrenamiento de cardio, cuenta como también se las arregla para manejar el estrés, las hormonas e influir en las personalidades y la educación de los adolescentes, pues son ellos en su mayoría los que asisten a su Circuito.
“Aquí vienen personas de todas las edades. Tengo practicantes sexagenarios y septuagenarios que no se sienten ni los callos, como también tengo muchachitas de 13 y 14 años. Y es con estos últimos con los que más hablo y me relaciono, pues son edades complicadas”.
Como todo buen entrenador, Froilán afirma que en un gimnasio no solo se enseña a las personas a hacer ejercicios físicos, sino que también se les instruye sobre nutrición, rutinas pre entrenamientos, así como suplementos naturales y otros que los ayuden a conseguir lo que estas buscan.
“Mira, tú puedes tener una apariencia muy vistosa, pero no tener buena condición física y viceversa. Hay personas obesas que son muy ágiles y son muy fuertes, y otro lo contrario, y ahí es donde entra la función del preparador, del entrenador”.
Lo anterior no es menos cierto, pues aún existen quienes desconocen que el ejercicio consciente y constante no solo estimula y aumenta la estamina, sino que influye en el estado emocional, disminuye los niveles de cortisol y mejora los de oxitocina.
“Entrar en un gimnasio es adentrarse en un modo de vida. Es desintoxicarse de las enfermedades del cuerpo y de la mente. Es limpiar, al menos por un momento, tu vida de los problemas cotidianos.
“Hoy una gran cantidad de estudios sugieren y advierten sobre la hipertensión y diabetes en adolescentes, y Cuba no escapa de eso. Nuestros jóvenes también padecen estas enfermedades”.
Tanto quienes lo conocen, como los que llegan a su casa, saben que Froilán es de esas personas que con sus buenas vibras, rápidamente se convierte en más que un amigo, pues asume con total responsabilidad la función de padre, de hermano, o de hijo para todos los que lo rodean.
BUENAS VIBRAS… SONRISAS Y ROCK ’N ROLL
Resulta muy fácil notar lo anterior, pues este preparador físico, cuentero y dicharachero por demás, se adueña de cada espacio, de cada anécdota, de cada historia, y cuenta las suyas a modo de experiencias compartidas.
“Yo hablo mucho con los jóvenes, y eso es fundamental para irse ganando su confianza. Muchos de ellos me cuentan sus vidas, sus problemas, y yo los aconsejo desde buena música, hasta los vicios que deben evitar o los valores a los que bajo ningún concepto pueden renunciar y deben mantener a toda costa.
“Muchos de mis amigos tienen a sus hijos aquí conmigo, pues qué mejor lugar para estar en este mundo de hoy tan convulso que en un gimnasio. Aquí nadie te va a decir o a convidar a fumar, a beber, o a otras tantas cosas negativas. No, aquí se viene a escuchar buena música – rock and roll, sonríe – a adentrarse en una cultura de bienestar físico, a compartir y a dejar ir las penas, y a crear buenas vibras.
“Este gimnasio, esta casa de todos es un lugar libre de estrés, es un espacio para que todos ganen, para que la amistad, la solidaridad y el compañerismo crezcan y florezcan. Un lugar donde se sueltan las cadenas, un lugar donde pasarla bien”.