Los sufijos en español pueden clasificarse de distinto modo, atendiendo a su origen histórico, a su idioma original (en caso de ser préstamos), entre otros. Pero es el más importante el modo que distingue entre sus funciones al conectarse con la raíz de la palabra:
Sufijos apreciativos: se trata de aquellos sufijos que, al unirse al lexema o raíz, construyen una palabra con tintes calificativos, o sea, que expresa el modo en que la persona comprende, valora u observa el referente del cual habla. Este tipo de sufijos convierten raíces en apreciaciones (de allí su nombre), y pueden ser, a su vez, de distinto tipo:
- Sufijos aumentativos: como su nombre lo indica, estos sufijos permiten aumentar o maximizar el significado de la raíz léxica de la palabra, ya sea para indicar que el tamaño de un objeto es grande, o que el sentido de algo es más intenso o fuerte, o cualquier otra connotación que tenga, en nuestra cultura, algo de gran tamaño. Por ejemplo: de “casa”, podemos obtener “cas-ota” añadiendo un sufijo que indica que es una casa de gran tamaño, o de mucho lujo y muy ostentosa.
- Sufijos diminutivos: al contrario del caso anterior, este tipo de sufijos sirven para disminuir o atenuar el significado de la raíz léxica, ya sea porque el referente es pequeño en tamaño, en importancia, o en algunos casos porque lo tenemos en estima. Por ejemplo: de “favor”, podemos obtener “favor-cito” añadiendo un sufijo que indica que el favor es pequeño, que no debería incomodar mucho al otro”.
- Sufijos peyorativos: en este caso, los sufijos sirven para fijar la postura personal y subjetiva de la persona respecto al referente, especialmente cuando se trata de una valoración negativa del mismo. Por ejemplo, de “mujer” podemos obtener “mujer-zuela” para indicar que pensamos mal de ella, o que es una mujer de la mala vida.