En mi familia, cuando era niña, y no cumplía con alguna actividad encomendada, solían decirme los mayores que de adulta sería como P…, un vecino, que, residiendo en zona rural, rica en matorrales leñosos, arrancaba tablas de las paredes para alimentar el fuego del fogón en el que cocinaban los alimentos de su numerosa prole.
La referencia, poco favorecedora para el aludido, llevaba implícito ocuparse de las cosas a tiempo, además, dejaba en claro que al no hacerlo te acercabas a la precariedad. La existencia de “vulnerables” en la sociedad cubana, aunque parece un descubrimiento del siglo XXI, data de mucho antes, y no están exclusivamente circunscritos al periodo precedente a 1959.
Definir las prioridades marca la diferencia entre actuar para responder a situaciones de emergencia o proceder, acorde a lo pautado, desde un pensamiento estratégico. Si algo no escasea en nuestro país son los planes, pero la materialización de estos es mucho menos abundante, y es que ello transita por hacer proyecciones objetivas.
En economía, si malo es desconocer tu verdadero potencial, peor es quedarte por debajo de él para huir de los números rojos, cayendo en las arenas movedizas del estancamiento, de ahí al retroceso solo hay un paso.
Al cierre de julio, según datos publicados por la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI) en Cuba, hay 284 empresas estatales con pérdidas, 43 menos que el año anterior, pero siguen siendo muchas, y de esas, hay 19 que son de la provincia de Pinar del Río, en el quinto lugar, junto a Santiago de Cuba y Las Tunas, superadas por la capital (51), Camagüey (35), Holguín (26) y Granma (24).
Las del territorio también disminuyen, con respecto a la etapa precedente, pero algunas llevan más de un quinquenio en esa lista, entre otras causas, porque ni siquiera cobran el servicio que prestan, y no solo se trata de combustible, energía eléctrica y recursos materiales, el obrar humano crea diferencias.
Esta Cuba que habitamos ha dejado acumular deterioro e ineficiencia a lo largo de décadas. Tuvimos una manía de grandeza, más de una construcción en este país fue concebida como la más grande de…, eso, reafirmado con la tendencia a compararnos con países desarrollados y no con iguales, fue falseando la realidad y dándonos una imagen distorsionada de los derroteros de la nación.
Hoy los edificios en ruinas, el deterioro de la red vial, el colapso de servicios básicos y el alto costo de la vida son un duro recordatorio de que una de las maneras de avanzar es cuidar lo que se tiene, que antes de pretender crecer hay que asegurar la sostenibilidad, porque los castillos de naipes caen al menor movimiento, que el hombre piensa como vive.
Considero que como país el problema más grave que enfrentamos es la crisis energética. El arte de gobernar está en prever, dijo Martí, y no solo faltó proyección anticipada de este escenario, sino que se agravó con políticas y medidas erróneas como incrementar la venta de equipos electrodomésticos, en consonancia, aumentar la demanda sin un respaldo de generación proporcional, sí, la economía cubana está ávida de divisas, pero obtener ingresos que luego agraven las circunstancias adversas de la cotidianidad es, cuando menos, irresponsable.
Al ver las consecuencias, se siente como despiadado. Los cubanos precisamos que antes de los efectos macro, se analicen los micro, porque esta espera infructífera y prolongada pone sobre los hombros de cada ciudadano una carga de la ineficacia acumulada, cada vez más difícil de sostener.
Casi que, de forma inexplicable, hemos aprendido a convivir con dificultades tan apremiantes como la alimentación, vivienda, transporte público, abasto de agua e higiene comunal, todas ellas agravadas en grado tal que la salud física y mental están en peligro, y una nación no solo es un espacio geográfico, es el pueblo, cuya existencia es más que un proceso biológico. La plenitud de la vida transita porque el día a día no sea el agobio de aguardar unas pocas horas de luz, y, mucho menos, sentirnos como nuestros ancestros urgidos de salir al asfalto a “cazar” la comida de la jornada.
La desmotivación gana terreno a paso galopante, porque el esfuerzo personal y familiar no rinde los frutos deseados, es tan hostil el entorno, que la emigración se ha tornado carta de triunfo, y sí, todavía quedamos muchos dispuestos a batallar por la elección de vida que hicimos, pero no basta, pues cada vez que se arranca una tabla del país para cubrir la grieta más abierta, se quita un escalón hacia la prosperidad futura.
No se trata nada más de librarnos del apagón, sino de gestar el desarrollo, y sin fuentes de energía poco podremos hacer. Los parques fotovoltaicos que se levantan de un extremo a otro, no son la solución definitiva, renovar la infraestructura de generación no debió posponerse tanto, el impacto negativo lastra la economía y la sociedad de forma desgarradora.
La prioridad que requieren estas inversiones, supervisarlas con rigor, velar por su calidad -recordemos el incendio en la arrancada de Felton-, es un asunto vital, del que depende la supervivencia de Cuba y de los cubanos.