En la memoria viva del sector del Comercio y la Gastronomía en Pinar del Río hay nombres que, por su constancia, su entrega y su ejemplo, se escriben con tinta indeleble. Uno de esos nombres, respetado y querido por generaciones de trabajadores y directivos, es el de Gervasio Valdés Herrera, quien tras 31 años de entrega ininterrumpida al servicio público, se despide de la vida laboral activa dejando una huella profunda y un legado de compromiso.
Durante más de tres décadas no solo ha sido testigo del crecimiento, los retos y las transformaciones del sector, ha sido protagonista de ellos. Con una ética de trabajo firme y una voluntad inquebrantable, supo encarar dificultades, gestionar recursos con inteligencia y liderar equipos con sensibilidad. Pero su historia profesional encuentra un capítulo especial en los últimos 17 años, en los que ha estado al frente de la Empresa Provincial de Alojamiento y Gastronomía, asumiendo con responsabilidad y pasión una de las tareas más complejas y sensibles del sistema empresarial pinareño.
Valdés es de esos líderes que predica con el ejemplo. Siempre puntual, exigente pero justo, dialogante pero firme, capaz de escuchar una queja con la misma atención que una felicitación. Supo comprender que detrás de cada estadística hay personas, y detrás de cada resultado, hay historias humanas. Quienes trabajan a su lado lo catalogan como un hombre de visión y palabra, de principios sólidos y trato humano, que nunca perdió la cercanía con su gente, ni siquiera en los días más difíciles.
En cada alojamiento rehabilitado, en cada restaurante que mejoró su servicio, en cada colectivo que alcanzó una meta, hay un pedazo de su esfuerzo. Su vocación de servicio trascendió lo laboral: fue también educador, formador de valores, defensor del respeto al cliente y al trabajador, guardián de la disciplina, el respeto y la ética profesional.
Hoy, cuando cierra el ciclo de su vida laboral y se acoge al merecido descanso de la jubilación, no se va con las manos vacías. Se lleva la gratitud de un sector, el reconocimiento de una provincia, el respeto de sus colegas y la admiración de quienes ven en él a un referente. Pero también nos deja, como herencia viva, el ejemplo de lo que significa servir con humildad, liderazgo y dignidad.
Porque Valdés no se retira. Permanece en la historia cotidiana de cada espacio que ayudó a transformar, en cada trabajador al que inspiró, y en cada jornada en que el deber fue su guía. Gracias, Gervasio, por enseñarnos que liderar es también cuidar, escuchar y construir juntos.