¿Se pueden tener más de 30 cultivos en un espacio de solo 250 metros cuadrados? ¿Cómo lograr que “sembrar tu pedacito” sea una realidad y no una consigna? Ferrer Cabrera Rodríguez parece tener las respuestas a esas interrogantes.
Para este mantuano, quien vive en el reparto Montequín desde el 2005, la agricultura urbana se le ha colado en las venas, así como el arte que descubrió desde sus años mozos y que también sabe cultivar en forma de esculturas.
En un breve recorrido por su patio, no encuentras un rincón sin que esté cubierto por plantas, lo mismo ornamentales que medicinales, además de frutas, vegetales y, entre ellos, alguna que otra obra hecha de terracota, que es el material que prefiere trabajar.
CON EL ARTE A CUESTAS
“Aunque provengo de una familia campesina, nunca trabajé en el campo. Después del Servicio Militar me fui a estudiar a San Alejandro, porque tenía vocación por el arte, pero no terminé y me dediqué al mundo de la contabilidad”.
Así cuenta un poco de sus orígenes y de cómo después de muchos años, trabajando en el Banco de su municipio y de estar luego al frente de la dirección de Finanzas y Precios en Mantua, decidió mudarse a la capital provincial para estar más cerca de sus hijos y nietos.
“Dejé a Mantua con dolor. Es mi pueblo, ahí están mis raíces. Llegué a Pinar con la idea de trabajar en el Banco o en algo que tuviera que ver con la contabilidad, pero al final me atrapó el proyecto Fidias, y despertó aquella vocación por el arte que hasta entonces permanecía dormida”.
Aunque hace siete años que está jubilado, aún labora en el proyecto como restaurador, haciendo murales o esculturas. Algunas de ellas, incluso con reconocimiento en eventos y salones, hoy decoran su patio y también el hogar.
“Y he donado varias, como el monumento a Maceo que hay en Mantua y la escultura de Isabel Rubio que se encuentra en el Partido Provincial. Con mucho cariño recuerdo un escudo mantuano que le regalamos a Polo Montañez y otro que llevaron hasta la Asamblea Nacional”.
EXPLOTAR UN PEDACITO DE TIERRA
“Un día decidí explotar el terreno que circunda la casa. Pienso que es la mejor manera que tenemos de autoabastecernos y, al mismo tiempo, aliviar el impacto de los precios abusivos. Además, creo que marca un referente y sirve de inspiración para que se sumen más personas”.
Y así lo plantea en cada reunión del Núcleo Zonal, del cual es su secretario, o en las asambleas del delegado de la zona.
“Hay que dar el ejemplo. Eso de “cultiva tu pedacito” se dice por todas partes, pero no se asimila mucho. En estos tiempos es muy difícil crear esa conciencia en la gente. ¡Qué mejor entonces que haciéndolo”!.
Muchos son los que en el barrio se han sumado al empeño de Ferrer, y a su casa van a buscar posturas y semillas para replicar en pequeñas parcelas que también muestran buena salud.
“Al principio me apoyé en un ingeniero agrónomo que me dio indicaciones y empecé por plantaciones permanentes, de esas tengo aguacate, mango, naranja dulce y agria, limón, pera criolla, marañón, albaricoque, dátiles, frutabomba, plátano y hasta caña. Me complace mucho que los niños me digan: ¿‘Ferrer, me regala una cañita?”’.
Después se dio cuenta de la importancia de fomentar las plantas medicinales, sobre todo en medio de la compleja situación que existe hoy con los medicamentos. Entonces nos muestra la salvia, la yerbabuena, la cúrcuma y el jengibre, entre otros ejemplares que acompaña con buenos consejos para la salud.
Tampoco necesita de muchos recursos para que sus plantaciones crezcan vigorosas y que, igualmente, contribuyan a la comunidad. “A mis vecinos no les cobro nada, me satisface poder ayudar con rábano, ajo puerro, espinaca, acelga…
“Y al patio lo alimento con mucha frecuencia a base de materia orgánica, ceniza. Me han dado ideas y me voy asesorando con especialistas. Trato siempre de buscar semillas o de traer posturas buenas de la biofábrica”.
Cuando habla de su pedacito de tierra, Ferrer se entusiasma de la misma manera que comparte las historias de sus esculturas. Aunque añora su Mantua natal, en Montequín encontró un remanso que le aporta una energía especial y que, sobre todo, se empeña en compartir.