Previsto a inaugurarse en los días finales de septiembre, el parque fotovoltaico Lázaro Hernández Arroyo, ubicado en la localidad de La Ceniza, en el municipio de Pinar del Río, contará con una potencia instalada de cinco megawatts
Desde el pasado mes de mayo, más de 300 personas llegan, casi diariamente, hasta La Ceniza. Lo que eran ocho hectáreas de marabú hoy está cerca de convertirse en el segundo de los cuatro parques solares que, desde la provincia más occidental de Cuba, tributarán al Sistema Electroenergético Nacional.
Proyectado desde la Empresa de Ingeniería y Proyecto de la Electricidad, perteneciente a la Unión Eléctrica del Ministerio de Energía y Minas (INEL), la ejecución combina a fuerzas de la Empresa de Construcción y Montaje (Micons), la UEB Constructora Militar, la UEB Prefabricado y Premezclado, la Empresa Eléctrica, Copextel, Geysel, entre otros organismos.
Desde que se realizaron los movimientos de tierra, la topografía y hasta la casi puesta en marcha del emplazamiento, mucho esfuerzo y sacrificio se ha derrochado en estas áreas de la geografía pinareña.
EL LOGRO DE MUCHAS MANOS

“Llevamos dos semanas trabajando de lunes a domingo. Tenemos trabajadores que se mueven diario desde Pons o Sumidero en recorridos que salen a la seis de la mañana y regresan a las cinco de la tarde. También hemos tenido una inyección de muchachos jóvenes que se han sumado a las brigadas, incluso, algunos de aquí de la zona”.
Para José Novales Roque, jefe de la obra, enfrentarse a la construcción de un parque fotovoltaico ha sido una experiencia nueva. Junto a las fuerzas del Micons suman 16 brigadas bajo su mando, muchas de ellas con trabajadores que han ido aprendiendo sobre la marcha.
“Ha sido una labor muy sacrificada. Días de esperar a que lleguen los ‘trompos’ con el hormigón y ponernos a fundir bajo los truenos o la lluvia. Cuando llueve, el fango aquí se pone feo, los camiones no pueden llegar. El último hueco que hicimos para los pilarotes lo tuvimos que fundir a mano, con palas.
“Lo otro es el sol, esos paneles irradian también por debajo, y es muy agotador para los muchachos que tienen que guataquear para limpiar la parte inferior, algunos hasta han sufrido fatigas”.
Pavel, Alexander, Yankiel y Alejandro son varios de los jóvenes que decidieron sumarse a la construcción del parque. El mayor de ellos tiene 22 años, y aunque nunca se habían enfrentado a algo similar, confiesan que a pesar de lo duro del trabajo han aprendido mucho.
“También es una necesidad, porque pagan bien y es una manera de ayudar a la economía familiar, pero nos gusta el trabajo, no es difícil, en cuanto nos explican le cogemos la vuelta. Aquí vamos a estar hasta que se termine”, comenta Alejandro.
Y a pesar de que la mayoría del personal que labora en La Ceniza son hombres, la mano de la mujer resulta de gran importancia, mucho más si en sus hombros lleva la responsabilidad de velar por la correcta ejecución y la calidad en lo que se haga.
“Desde 1991 laboro en la construcción, y siempre ha sido mayormente rodeada de hombres. Para nada es difícil. Muchos de los trabajadores que están hoy aquí han sido compañeros nuestros de muchos años en la Constructora Militar. A los jóvenes que se suman hay que enseñarlos, estimularlos, moldearlos, y se logran muchas cosas, pero hay que estar ahí, bajo la lluvia, el sol, junto a ellos, dando el ejemplo”, dice Olga Sánchez Jiménez, técnico ejecutor de la obra.
Por su parte, Anabelys Díaz Lazo, especialista de Calidad, refiere que la labor no ha sido fácil; sin embargo, con el asesoramiento adecuado se ha podido llevar a cabo la parte civil, cuidando al pie de la letra cada paso que se da, cada decisión que se toma, cada acción que se ejecuta.
“Lo más difícil ha sido trabajar con una fecha límite, sobre todo, por la situación por la que atraviesa el país y los disímiles factores que influyen en que se pueda avanzar o no. Unas veces nos atrasamos por las inclemencias del tiempo, otras por el hormigón, o por la corriente, es complicado”, precisa.
No obstante, a pesar de las circunstancias, el día de nuestra visita, la colocación de los más de 9 000 paneles y las 18 cajas concentradoras estaba a más del 90 por ciento. La parte civil estaba a punto de concluir, y las brigadas de Copextel y la Empresa Eléctrica se afanaban en las conexiones y la instalación de los inversores.
LO QUE EL SOL OFRECE
“El sistema está compuesto por 348 mesas, cada una con 26 paneles solares bifaciales de 660 watts, capaces de generar tanto por su cara superior como inferior, aprovechando el albedo del terreno”, así lo explica Yosleiby Izquierdo Sánchez, especialista principal de Fuentes Renovables de la Empresa Eléctrica.
Añadió que la energía generada en corriente directa se organiza en 348 cadenas que van a las 18 cajas concentradoras con que cuenta el parque, y luego llegan a dos inversores de 2.5 megawatts. “Estos dispositivos convierten la corriente directa en alterna y la elevan mediante transformadores, para su integración a uno de los circuitos de la cabecera provincial, en este caso el PU30, y luego a la subestación.
“Se dice que para saber cuánto va a aportar un parque solar en el día, se debe multiplicar la potencia por la cantidad de horas de sol pico que tiene la región, que es cuando el sol tiene una radiación mayor a 1 000 W por metro cuadrado.
“Una cosa es la potencia instalada, eso significa que el parque, en una hora, puede dar esa cantidad de megawatts (cinco). Ahora, la energía solar no es estable, para uno saber lo que pueda generar se debe multiplicar la potencia por la cantidad de horas de sol pico de la región.
“Para que se entienda, Cuba tiene entre cuatro y cinco horas de sol pico en el año. Supongamos que sean cinco, entonces este parque podría generar unos 25 MWh en un día. A veces las personas dicen que no se siente el efecto de tantos parques, pero sí que son importantes, pues esos son 25 MW menos que dejas de generar con diesel”, enfatizó.
Al cierre de septiembre se prevé la terminación del parque fotovoltaico de La Ceniza, que llevará el nombre de Lázaro Hernández Arroyo, uno de los mártires pinareños caídos en la gesta del “Moncada”.