¿Qué es el Kímico? ¿Cuáles son sus efectos más nocivos? Guerrillero se acerca hoy al terreno de las drogas ante los peligros que suponen las nuevas presentaciones de estas sustancias
Cuba ha actuado siempre bajo el principio de tolerancia cero ante las drogas. Una postura a defender a ultranza, sobre todo, en tiempos complejos como los actuales, en los que sus formas de presentación cambian y pueden entrar al país, aun cuando en frontera se mantiene el más estricto control.
El llamado “Kímico o Papelito” es una de las drogas de las que más se ha hablado en días recientes, a partir del peligro que supone para quienes la consuman. Se trata de un cannabinoide sintético, relativamente “barato” en comparación con otros, asociado a graves problemas de salud.
En un material que ha circulado por centros de trabajo y núcleos del Partido para su estudio, se resalta que los cannabinoides sintéticos han sido diseñados para replicar los efectos del tetrahidrocannabinol (THC), principal componente sicoactivo del cannabis o marihuana, y superan significativamente al THC en potencia y riesgo, produciendo efectos adversos graves como convulsiones, psicosis, alucinaciones, paranoia o ataques de pánico.
Según explicó el doctor Rafael Reyes Sánchez, especialista en Toxicología Clínica, del hospital León Cuervo Rubio, y con más de 25 años de experiencia, quienes buscan su consumo esperan euforia, relajación, desinhibición y alteración de la percepción; sin embargo, los efectos no deseados son muchos más.
Entre ellos los hay de carácter neuropsicológicos, cardiovasculares, neurológicos y gastrointestinales. En los primeros se aprecian psicosis, agitación, ansiedad, irritabilidad, confusión, suicidio, alteraciones de la tolerancia, agresividad, comportamiento y pensamiento desorganizado y desregulación del estado de ánimo.
Dentro de los efectos cardiovasculares se encuentran la hipertensión, taquicardia, el dolor precordial, el infarto del miocardio y la arritmia; en los neurológicos se ubican las convulsiones, somnolencia, nistagmo, ataxia, cefalea, hipertonía y fasciculaciones. Además, puede provocar náuseas y vómitos.
Señaló el doctor que el consumo de los cannabinoides sintéticos puede llevar a la esquizofrenia en menor tiempo que la marihuana, y causar reacciones erráticas en el comportamiento de los pacientes. Precisó, igualmente, que su uso prolongado puede causar pérdida de la memoria. Destacó que el riesgo de desarrollar psicosis por el uso de cannabinoides es más alto que por el de cannabis.
Reseña el material consultado, que la prestigiosa revista Biomedicine & Pharmacotherapy ha alertado, en reciente publicación, que “es especialmente preocupante comprobar que la gran mayoría de los cannabinoides sintéticos utilizados como sustancias de abuso nunca han sido investigados por la comunidad científica o la industria farmacéutica, lo que significa que no se dispone de información sobre sus perfiles farmacodinámicos, farmacocinéticos y toxicológicos”.
Alegan los especialistas, entonces, que el “Kímico o Papelito” es una alternativa de muy bajo costo, que permite a quienes lo consumen, adentrarse en el mundo de las drogas.
NADA DE RECREATIVO
No pocos de quienes la consumen justifican su empleo para “sentirse bien”, para “relajarse y disfrutar”.
Sin embargo, señala el doctor, nada más lejano a la realidad: “El Kímico no es una simple droga recreativa. Se trata de una mezcla altamente tóxica de compuestos químicos que pueden tener efectos devastadores sobre el cuerpo y la muerte.
“No tiene una fórmula fija. Por lo general, se trata de una mezcla de marihuana impregnada con sustancias sintéticas como cannabinoides artificiales, solventes industriales, insecticidas, e incluso, medicamentos psiquiátricos triturados. En algunos casos se ha encontrado presencia de fentanilo, un opioide sintético letal”.
Para el doctor, lo más alarmante es que se desconocen sus nefastas consecuencias, que suman, a las ya descritas, daño cerebral irreversible, estados comatosos o muerte súbita, trastornos mentales permanentes y la desintegración familiar o social.
EL RIESGO DE LA ADOLESCENCIA
Aun cuando el peligro de consumo no distingue entre edades, sexo ni razas, es demostrado que son los jóvenes los más recurrentes. De ahí que constituya una prioridad el enfrentamiento de las drogas en instituciones de estudio y trabajo, así como en centros de disfrute, en los que muchas veces se crean las condiciones para su tráfico y uso.
La joven máster Ilein Morales Ramos, especialista del Programa de Salud Mental y Adicciones en la Dirección General de Salud en Pinar del Río, explicó algunas cuestiones que desde su área son prioridad en la atención.
“La enfermedad adictiva afecta la función cerebral, el comportamiento de una persona y desarrolla, a futuro, una incapacidad para controlar el consumo de medicamentos o de estas drogas. Lo que más nos preocupa en relación con ello, es que cada vez las etapas del inicio del consumo son más tempranas, se empiezan ahora en la adolescencia en Pinar del Río. Entiéndase entre los 12 y los 14 años, y mientras más temprano se inicie más grave será el daño a medida que pase el tiempo, pues el deterioro de la salud será mayor”.
A su juicio, las poblaciones claves están en la adolescencia: “En estos años, la personalidad no está construida totalmente, no ha madurado y es una etapa que se trabaja en la psicología como un periodo de crisis. Hay muchas contradicciones, ya sea con la necesidad básica de la etapa que es la independencia, pero entra también en conflicto con la inmadurez y la necesidad de visualizar a futuro las consecuencias de nuestras acciones”.
Comenta la especialista, que en la adolescencia los iguales o amigos adquieren una mayor importancia, y es cuando muchos se dejan llevar por la tendencia de la moda, impulsados por quedar bien en el grupo, por lo que se ven en la obligación de repetir conductas para ser aceptados, lo cual se convierte en un factor de riesgo para caer en el consumo de las drogas.
“El adolescente tiene necesidades de nuevas impresiones, de nuevas experiencias. Es curioso, quiere ser más atrevido, más impulsivo, ir contra las normas, precisa de independencia y autodeterminación, y quiere dejar su huella, su impronta. Por eso es que va experimentando, y a través de todo este proceso de cambios y transformaciones puede adentrarse en el mundo del consumo de sustancias, que puede ser inicial, habitual y terminar en una enfermedad adictiva”, refirió.
Es importante, resalta Morales Ramos, destacar que la enfermedad adictiva es una enfermedad crónica, “que pasa por un proceso de inicio, después existe un mal uso o abuso de la sustancia, hay un nivel de tolerancia en el que hoy consumes dosis mínimas, pero tu cuerpo se va adaptando a ella y va a ir pidiendo más. Más adelante, cae en la dependencia física y psicológica de la sustancia. Esa es la etapa más cruel o más representativa de lo que es la adicción, después aparece la abstinencia cuando no se tiene, y llega la recaída.
“Por ello es una enfermedad crónica. No se cura. Vas a ser vulnerable a esa sustancia para siempre. El paciente pasa por periodos de compensación en los cuales se mantiene alejado del consumo y luego puede caer en una recaída”.
DEBIDA ATENCIÓN
Advierte que para poder recibir la atención y ayuda requerida por parte de psicólogos u otros especialistas, en los primeros momentos en los que se consumen las drogas, es preciso que la persona identifique y entienda que necesita de esa asesoría o acompañamiento profesional:
“Uno de los pilares básicos para rehabilitarse de la adicción es saberse enfermo, tener conciencia de ello para solicitar ayuda. Se empieza por el 103, que es la línea confidencial antidrogas. Seguidamente, en el nivel primario de atención tenemos departamentos de Salud Mental habilitados en cada municipio (uno) y Pinar del Río tiene la característica de que cuenta con cuatro, dispuestos en sus áreas de Salud”, explicó.
Agregó que, además, poseen una Consulta Provincial de Adicciones, ubicada en el Departamento de Salud Mental del policlínico Pedro Borrás, en la que se atienden todas las personas que acudan y se valora si el paciente necesita de un ingreso, en dependencia de la terapéutica a seguir con el caso en el Hospital Psiquiátrico o en alguno de los tres hospitales provinciales: Pediátrico, León Cuervo o Abel Santamaría, en los cuales se atienden indistintamente las adicciones.
No obstante, el enfrentamiento debe empezar por la familia, pues es este el espacio crucial en el que el joven debe encontrar confianza, compresión, apoyo, respaldo.
En tiempos complejos como los que hoy se viven, el primer paso, el más certero se da en el hogar. La “tolerancia cero” no es consigna, y su reflejo tiene que partir de cada familia que no desee ver a sus hijos dependientes ni del nefasto Kímico ni de ninguna otra droga que pueda acabar con sus vidas.