La Guerra de los Diez Años marcó el inicio de la lucha independentista de Cuba contra el dominio colonial español. En este contexto, caracterizado por la desventaja material de los cubanos, surgieron tácticas militares innovadoras que se convertirían en símbolo de la resistencia y el ingenio mambí. Entre estas, la «carga al machete» ocupa un lugar primordial y emblemático.
El empleo de esta táctica, el 26 de octubre de 1868, en el combate de Pinos de Baire, fue un hecho que no solo significó una victoria táctica, sino que forjó una leyenda y un método de combate decisivo para la contienda.
Tras el Grito de Yara el 10 de octubre de 1868, iniciado por Carlos Manuel de Céspedes, el naciente Ejército Libertador se enfrentaba a un enemigo poderoso y bien equipado: el Ejército Español.
Los mambises, en su mayoría campesinos y hombres sin entrenamiento militar formal, carecían de armas de fuego, municiones y uniformes. Su arsenal principal lo constituían herramientas agrícolas, siendo el machete, utilizado diariamente en el corte de la caña de azúcar, la más común y versátil.
EL INICIO: COMBATE DE PINOS DE BAIRE

El mayor general Máximo Gómez, experimentado militar dominicano que se unió a la causa cubana, comprendió rápidamente la necesidad de adaptar la estrategia a las circunstancias. Reconoció en el machete un arma temible en un combate cuerpo a cuerpo. Bajo su mando, y junto a figuras como Donato Mármol, se planeó enfrentar a una columna española que operaba en la zona de Baire, en la provincia de Oriente.
Las fuerzas españolas, confiadas en su superioridad de fuego (fusiles y artillería), subestimaron la capacidad combativa de los insurrectos. Gómez, en un acto de audacia táctica, ordenó a sus hombres aguantar el fuego enemigo desde posiciones protegidas. Cuando la infantería española se encontraba lo suficientemente cerca y desorganizada por el avance, dio la orden que marcaría un hito: «¡Al Machete!», el grito, la orden… que se multiplicaría y resonaría una y otra vez.
Los mambises, conocedores del terreno y del manejo de sus machetes, se lanzaron con ferocidad sobre las tropas españolas. La carga fue tan violenta y sorpresiva que las formaciones enemigas, diseñadas para combatir a distancia, se desintegraron. El combate declinó en una lucha hombre a hombre, en la que el machete cubano demostró su terrible eficacia.
La victoria en Pinos de Baire fue contundente para el Ejército Libertador. Se capturaron armas, municiones y pertrechos que eran vitales para continuar la lucha. Sin embargo, más importante que el botín material fueron las consecuencias estratégicas y morales, al demostrar que el machete, utilizado en una carga masiva y decidida, podía neutralizar la superioridad tecnológica del enemigo.
Por otra parte, la victoria elevó enormemente la moral de las tropas independentistas, probando que podían vencer al poderoso ejército colonial, a la vez que la figura de Máximo Gómez se consolidó como un brillante estratega, y el machete se transformó de herramienta de trabajo en el símbolo por excelencia del mambí y su lucha por la libertad.
A partir de Baire, la carga al machete se convirtió en una táctica estándar del Ejército Libertador. No era un acto de desesperación, sino una maniobra calculada que aprovechaba el factor sorpresa, el conocimiento del terreno y el arrojo del soldado cubano.
Esta estrategia sería perfeccionada y utilizada con gran éxito a lo largo de las tres guerras de independencia, sembrando el terror en las filas españolas, que llegaron a temer profundamente el grito de «¡Al Machete!».
El combate de Pinos de Bair,e el 26 de octubre de 1868, trasciende su importancia militar inmediata. Fue el bautismo de fuego de una táctica que se convertiría en un pilar de la estrategia mambisa. Simboliza, por demás, la capacidad de un pueblo de transformar sus herramientas de opresión (en este caso, el machete de la esclavitud en los campos de caña) en armas de liberación.
La primera carga al machete no fue solo una victoria en el campo de batalla, fue la afirmación de una identidad combativa, un acto de ingenio que demostró que la determinación y la adaptación podían desafiar y vencer a un imperio.













