– ¿Puedes ayudarme? Necesito cierta información para un trabajo de la escuela del niño. – Por supuesto, accedí gustoso, y de inmediato envié un cúmulo de libros y artículos vía WhatsApp, de forma tal que la lectura e investigación del infante fueran lo más completas posibles.
De esta forma, pensé, fomentaría su hábito de investigación, incentivaría una lectura provechosa y de calidad para su futuro académico, además de que con las herramientas necesarias apoyado en los documentos dichos, el joven aseguraría el 100 que siempre se persigue en las primeras edades.
Sin embargo, cuál sería mi sorpresa cuando días después, al preguntar sobre el informe de la asignatura, me saltaran con un – “No hijo no, si resolvimos rapidísimo con ChatGPT”.
Y no, no es un caso aislado, pues la incorporación de estas tecnologías avanzadas como ChatGPT – entre tantas otras como DeepSeek, Anthropic Claude, Google Gemini y más – en todos los niveles educativos de nuestro país, está transformado y de qué manera las dinámicas de aprendizaje de nuestros educandos.
Preocupa, y preocupa mucho al escriba, que tales herramientas proporcionen soluciones y respuestas rápidas, sumamente viables y accesibles para salir de un apuro por descuido, dejadez o finalismos, y lograr cienes inmerecidos.
También preocupa, que debido al mal empleo de las mismas, de a poco las generaciones en ascenso pierdan todo interés o curiosidad investigativa, cuando con solo una pregunta al alcance de su mano, tienen casi todas las respuestas. Sobre si estas son fiables o no, daría para otro tema.
Tales aplicaciones, a entender de quien suscribe, plantea inquietudes sobre el impacto generado en el desarrollo académico, y más importante aún, a nivel personal en cada estudiante.
La adicción al facilismo, en este caso, la utilización de inteligencias artificiales (IA) para disímiles fines, no usada a discreción, supone también peligros de dependencia.
Además, según estudios relativos al tema, tales tecnologías, imbuidas en otras aplicaciones, pueden incluso afectar habilidades tan esenciales como la comunicación afectiva y el tan necesario pensamiento crítico evolutivo para un desempeño laboral futuro.
No hablemos ya de los posibles conflictos éticos y deontológicos a los que se enfrentan tanto estudiantes como profesores, rayando incluso los primeros con el plagio, al utilizar como suyos los conocimientos de terceros.
Y no querido amigo lector, para poner un parche, no digo que esté mal el empleo de tales, pero sí debe tenerse extremo cuidado y cierta sensatez y mesura en su explotación.
Personalmente el escriba ha visto a estudiantes de medicina y otras carreras de vital importancia, zambullidos y relegando sus deberes a estas herramientas como si en el mañana, tales “inteligencias” fueran a salvarlos de un aprieto profesional.
Por todo ello, es que se debe buscar y garantizar un equilibrio entre la innovación tecnológica y el desarrollo cognitivo humano basado en la sed de investigación documental.
El caso con el que iniciaron estas líneas no es aislado, ¿o me negará usted querido amigo lector que también ha abusado del susodicho ChatGPT para asuntos escolares de sus hijos?
Como padres, tíos, abuelos y familiares todos, bien pienso que debemos velar porque nuestros pequeños y jóvenes se interesen en leer libros, en realizar investigaciones documentales. Fomentar la curiosidad natural es vital pare ellos.
Por su parte, en el panorama educativo, cada maestro deber contar con contramedidas o herramientas de igual tipo, que le permitan dilucidar qué porciento de IA y de razonamiento propio hay en cada trabajo entregado.
Cabría entonces preguntarnos querido amigo lector, que nos interesa más, si fomentar un ambiente en el que el aprendizaje cognitivo y a conciencia sea valorado por encima de la rapidez, o uno en el que la tecnología dicte el ritmo, el contenido y el facilismo de las nuevas tecnologías.
La clave, a opinión de este escriba, deberá estar en la búsqueda de un equilibrio, uno en el que las herramientas virtuales puedan enriquecer el ejercicio del propio aprendizaje, pero sin llegar a reemplazarlo.
Para concluir, recordemos que, la verdadera evolución del ser humano llega cuando este explora, comprende, contradice y cuestiona su entorno y los saberes de su mundo circundante; pues hasta el momento, no hay tecnología que supere la creación de nuestros cerebros por la madre naturaleza.