En la Autopista Nacional, muy cerca del puente que conduce al consejo popular Las Ovas, una familia encontró “oro verde”. Con ese nombre bautizaron luego la finca que levantaron con mucho sudor y amor al tabaco.
Rolando Hernández Abreu (Ñaño) llegó a esas tierras con nueve meses de nacido. Aprendió los secretos de la solanácea, y al cultivo le dedicó la mayor parte de su existencia. Hoy, aunque la edad y la salud no le acompañan, supo enseñar bien a su prole para que no dejaran caer una tradición de tantos años.
“Yo sueño con el tabaco, lo llevo en la sangre; esa es la vida mía. A mis hijos los fui enseñando poco a poco, desde chiquitos. Después los dejé solos para que no se perdiera el legado. Los nuevos tienen que aprender, si no, quién se queda con esto cuando los viejos falten”, dice Ñaño mientras lamenta estar sentado en un taburete y no doblado en el surco.
SEGUIR EL LEGADO
La finca Oro Verde pertenece a la CCS Estelo Díaz de Pinar del Río. Abel Hernández Páez, uno de los dos hijos varones de Ñaño, es quien hoy asume la mayor responsabilidad de las dos caballerías de tierra que dedican, casi totalmente, al tabaco de sol.
“Disponemos de dos caballerías, en una, que es la tierra en usufructo de mi papá, tenemos un plan de 80 000 posturas, y en la otra el compromiso es de 100 000. En esta campaña no pudimos sembrar más que 20 000 posturas por la situación del agua. Cuando se instaló el equipamiento ya era tarde, entonces nos dedicamos más a los cultivos varios”, explica Abel, quien desde los 14 años trabaja en la finca.
“Dejé la escuela y me puse a ayudar a mi padre. Luego, cuando él no pudo seguir trabajando, mi hermano se incorporó. También, un hijo mío, en cuanto terminó los estudios, vino conmigo para acá, y así mantenemos vivo el legado de la familia”.
Comenta Abel que con la Covid-19 se descontroló un poco el sistema del tabaco, después vino Ian y destruyó todo. Con medios propios pudo levantar una casa de cura y salvó todos los cujes. La pasada campaña lograron sembrar 50 000 posturas de Habana ‘92, que es la variedad que prefieren, por ser más resistente a la pata prieta.
¿Por qué Oro Verde?
“Le pusimos así por el tabaco, porque en realidad eso es lo que representa para el país. Pero la verdad es que es un cultivo que lleva muchas cosas fundamentales, y, sobre todo, darle el golpe a tiempo.
“Es un proceso que empieza desde la siembra: si no tienes buena postura no vas a tener buena zafra. Para que el tabaco te salga parejo, hay que echarle el agua, y el riego debe ser por tierra, para que no le tumbe la grasa a la hoja. Hay que aplicarle el fertilizante y el abono orgánico en su momento; desbotonarlo cuando lo lleva, y hacerle seis recogidas, para que puedas aspirar a más de un quintal por mil. Es la única manera de que pese bien y tenga la calidad requerida”, detalla.
“A mí me gusta sembrar en la primera quincena de noviembre, al menos el 50 por ciento de los dos planes, de esa forma, ya en diciembre concluyo esa etapa”.
En Oro Verde también se siembran cultivos varios todo el año y con muy buenos rendimientos. Abel contribuye todos los meses con yuca y boniato al almuerzo de la escuelita del poblado Las Ovas, y también al de los ancianos del SAF.
“Tenemos maíz, calabaza, arroz y una buena variedad de frutales como mango, guanábana, ciruela, aguacate, naranja, plátano…”. Allí cría, igualmente, carneros, ganado vacuno, ocas, gallinas y guineos.
Sin embargo, refiere que para los campesinos es difícil el precio de algunos cultivos. “Nuestras producciones las comercializamos bastante, pero, por ejemplo, el precio de la yuca es abusivo para un campesino. Una mata de yuca cuesta 20 pesos producirla, y la libra la pagan a ocho pesos. Eso no da resultado”, acota.
La tierra la trabaja con yuntas de buey. Solo pide el servicio de maquinaria cuando hay que roturar la tierra, aunque no descarta la posibilidad de en un futuro comprarse un tractor.
Allí el trabajo es constante, y muchas veces con tropiezos y las conocidas limitaciones de recursos de estos tiempos.
A pesar de las dificultades que hoy enfrenta, como muchos productores cubanos, Abelito no ceja en el empeño de mantener la tradición que le legó su padre. Entre sus proyecciones está hacer un biogás para usarlo como abono orgánico y para el suministro de energía eléctrica.
En la presente campaña tabacalera cerró el acopio como más de 1 400 cujes y espera obtener unos 22 quintales. A la orilla de la Autopista Nacional, no hay descanso para una familia que un día llegó a esos predios y, desde entonces, le saca oro verde a la tierra.