El verdadero Día de los Niños debería ser todos los días: con derechos garantizados, abrazos y un lugar donde sentirse en casa. En el Hogar de Niños sin Responsabilidad Parental de Pinar del Río, los infantes encuentran una familia que los cuida y protege
“Mamá, mamá”, me decía mientras se lanzaba a mis brazos que la acogieron y besaron con dulzura. Era una pequeña de unos dos o tres años, de pelo rizo y ojitos pícaros. Vive en el Hogar de Niños sin Responsabilidad Parental de la ciudad de Pinar del Río. Ese fue mi “recibimiento” al llegar al centro.
Allí, las paredes están pintadas de azul, un azul claro como el cielo. Están adornadas con cuadros que muestran fotos de los niños que actualmente residen en el Hogar: unos juegan, otros sonríen, y algún que otro está serio, con la mirada triste, lejos, muy lejos, como recordatorio de lo que perdió.
“Eso fue al principio, hoy sonríe como los demás, ¿lo ves?, me dice Juana Hilda Olivera Álvarez, su actual directora, quien trata con ternura desmedida a los siete pequeños que hoy viven aquí. “Son niños de cero a seis años de edad. Después pasan al otro Hogar que está ubicado en el reparto Villamil”, comenta.
El Hogar… es como una casa cualquiera. Consta de tres cuartos, una sala, saleta, baño, cocina, terraza y un patio interior, solo que a estos menores no los protegen y cuidan mamá y papá, u otro familiar de sangre, su familia es el colectivo de trabajadores de esta institución que cada día se esmera para que a ellos no les falte el amor y la ternura.
Juana repite como un mantra: “No somos su familia, pero somos su red e intentamos darle ese amor que necesitan y del que están carentes.
“Las madres de estos pequeños están presas, precisamente, por abandono de sus hijos, y no cuentan con otro familiar que se haga cargo de su cuidado y protección; no obstante, ellas no pierden el vínculo con los pequeños, ya que se les permite que vengan a verlos, que los llamen o que se los lleven cuando salen de pase.
“Sin embargo, los visitan bien poco, y cuando se los llevan, a su regreso al Hogar, nos percatamos que ellos se sienten más seguro y a gusto aquí. Los niños no saben disimular ni mentir.
“Aquí, todos atendemos a los pequeños, son como nuestros hijos también. Hacemos todo lo posible porque tengan una existencia como la de cualquier otro infante que vive en el seno de una familia consanguínea. Sabemos que no es fácil, que son situaciones bien complicadas y en ocasiones tristes, pero hacemos hasta lo imposible para que se sientan amados y seguros con nosotros. Por eso tratamos de que ese beso de la mañana y la noche, por ejemplo, no les falte”.
Y sí que es bien complejo, pues de una plantilla de 26 trabajadores, en la actualidad solo laboran 19 personas, entre ellas, una administradora, dos subdirectoras, tres educadoras con turnos rotativos, seis auxiliares pedagógicas, cinco de servicio y una cocinera, además de la directora.
El día de nuestra visita al Hogar, los niños veían una película infantil junto a Juana, quien en ese instante estaba al tanto de los menores, mientras, en la cocina, el olor delataba que le preparaban la merienda de la mañana y el almuerzo.
Al rato, ya se aburrían, entonces fueron hacia el patio. Los pequeños corrieron y se sentaron frente a una mesa en la que les iban dando los juguetes.
SU CASA, SU FAMILIA
“Los días en el Hogar son como en cualquier casa. Ellos se levantan, se asean, desayunan y los llevamos a su círculo infantil. Luego, por la tarde, los recogemos y traemos de vuelta, porque esta es su casa y nosotros su familia”, enfatiza Juana, luego juegan hasta la hora del baño, comen, meriendan antes de acostarse y a dormir.
“Los fines de semana los sacamos a pasear a museos, al Parque de Diversiones, entre otras actividades”.
Juana, madre de dos hijos, pasa casi todo el día en el Hogar. Llega bien temprano y se va entrada la noche, e incluso, casi todos los fines de semana se lleva algún pequeño para su casa. Su familia la entiende y apoya en este proyecto de amor que asumió hace alrededor de un año.
“Aunque llevo poco tiempo en el Hogar, esta labor no me es ajena, tengo 31 años de experiencia con la Primera Infancia en los círculos infantiles. Pero te cuento que esos años no han demandado tanto de mí como este tiempo que llevo aquí, porque es duro saber y ver que estos niños no tienen familia, y eso te cala fuerte en el alma, pero a la vez, te llena de amor, no solo por el que das, sino por el que recibes de ellos”.
Mientras la escuchas hablar, descubres en cada palabra y gesto de Juana una emoción indescriptible, pero esos sentimientos hacia esos niños también los percibes en cada uno de los trabajadores que, día a día, le entregan su corazón y dan lo mejor de sí para que, “quizás, pueda faltarles algo material, pero nunca estarán carentes de afectos”.
¿ADOPCIÓN?
¿Pueden ser adoptados?, pregunto mientras la misma pequeña se me acerca y me suelta a boca de jarro “mamá dame agua”, y no pude más que indagar si por casualidad me parecía a su progenitora, a lo que refiere Juana que no. Entonces solo se me ocurre pensar en que, a pesar de ser tan pequeñita, siente una inmensa necesidad de tener una mamá.
“Sí, ellos pueden ser adoptados. De hecho, tenemos un par de jimaguas que hoy no están aquí porque se están adaptando y conociendo a una familia que los quieren adoptar. Todo lo cual se hace conforme a la ley y con los procedimientos requeridos, e intervienen las instituciones encargadas para que esto se dé correctamente.
“Se verifica a la familia, su comportamiento, en fin, como está dispuesto en el Código de las Familias vigente”.
DÍA DE LOS NIÑOS
En el Hogar, como en cualquier casa se celebran los cumpleaños, las efemérides señaladas, y a las actividades y fiestas que se hacen en los círculos infantiles los trabajadores participan como cualquier otro familiar del resto de los infantes. Siempre acompañados de una educadora o auxiliar que son las encargadas de asistir a las reuniones o a las fiestas.
“El Día de los Niños, por supuesto que es celebrado aquí. La casa se engalana y adorna acorde con la jornada, y el sábado por la noche se les esconden regalos y sorpresas para cuando se levanten. Desde la mañana, la subdirectora nocturna les canta las felicidades y se crea un jolgorio tremendo.
“Comparten golosinas, se les pone canciones infantiles, hay payasos, y hasta contamos con disfraces, lo cual les encanta a los niños. No podemos negar que son pequeños, como te decía anteriormente, carente de muchos afectos, pero aquí trabajamos para que poco a poco, con la ayuda, además de profesionales de la Salud como psicólogos, ellos sientan que aunque perdieron su familia, ganaron otra”, puntualiza la directora.
Juana agrega que en todas estas actividades son acompañados por el Partido, el Gobierno, CCS, trabajadores privados, entre otras instituciones que los apoyan y ayudan en todo lo que necesitan.
El tercer domingo de julio, Cuba celebra a sus niños, y sabe a helados y cakes, resuenan canciones infantiles y los padres festejan el día junto a sus hijos, y en el Hogar de Niños sin Responsabilidad Parental de Pinar del Río, la celebración también huele a globos de colores y pastel.
El Día de los Niños en esta Isla, como la infancia misma, es igual para todos.