Lo mejor en la vida de la profesora Misleidys Castro Benítez se encierra en una sola palabra: Silenia, su hija, que con solo 22 años, le dio “una lección de guerrera incansable, de resistencia ante las adversidades de la vida, de valores humanos y entrega a la familia y a sus estudios. Fue la figura principal en la casa con sus abuelos. Es la luz de mis días y el faro que me guía al despertar”.
Son confesiones que llegan al alma, y más cuando en estos momentos están distantes. Misleidys, desde agosto de 2022 se encuentra de misión en África, precisamente en Guinea Ecuatorial, Ciudad Malabo, en la provincia Bioko Norte. Allí imparte las asignaturas de Física- Química, en primero Bachiller; Geología y Química en segundo, con tres programas; y además, ocupa la responsabilidad de coordinadora de los docentes cubanos en el colegio Aneja Luther King.
La distancia de los suyos, de su familia, es lo más complejo para esta pinareña nacida en San Luis.
“Alejarme de ellos fue muy difícil, dar la espalda a mi hija en cuarto año de Medicina y a mis padres, para enfrentar un mundo nuevo y totalmente desconocido. Volar 12 horas consecutivas en un avión, y luego mantener el equilibrio emocional, aun cuando existan dificultades que desde la distancia no puedes resolver, y a la vez dar apoyo total a la familia, y ellos a ti.
“Me marcó mucho la pérdida física de mi padre, después de estar tres meses enfermo, que significaba una parte muy importante en mi vida, un dolor inmenso que tuve que enfrentar y aún no he podido superar, en el que fue muy valioso y agradezco infinitamente el apoyo de mis primas y primos, vecinos y compañeros de trabajo, quienes nunca dejaron de acompañar a mi hija para que ella pudiera atender a mi padre y sus estudios.
“A mi madre, ese roble que ha permanecido en pie y ha sido muy importante su presencia y fortaleza en estos tres años en que me he mantenido en la misión, le concedo todos los reconocimientos y logros profesionales alcanzados durante toda mi vida, en especial, durante esta misión, porque sin ella nada hubiese sido posible.
“No puedo dejar de mencionar el amor que siento por mi mascota, que es parte de la familia, mi perrita Sacha que hace 10 años nos acompaña”.
Ante la propuesta de la misión surgieron dudas, temores y miedos por lo desconocido, así nos dijo la entrevistada, quien aseguró que “uno de los mayores miedos fue separarme de mi familia sin saber que me pudiera deparar el destino; temor de contraer una enfermedad endémica de este país, que aunque nos preparan para prevenirlas, siempre existe la posibilidad de enfermar”.
LOS RETOS DE UNA PROFESORA EN GUINEA
Estos son los sentimientos de esta mujer. Una docente que hoy presta sus servicios en un lejano país. Y hasta allí, en África, ha sabido llevar sus conocimientos y la entrega que los educadores cubanos saben ponerle a su profesión.
“Imparto clases en salas de 50 a 80 alumnos, algo a lo que he tenido que acostumbrarme y que fue el primer impacto, incluso, el sistema de evaluación es diferente al concebido en Cuba, y los programas de estudios difieren de los nuestros, pues se imparten asignaturas básicas y técnicas, como por ejemplo, Tecnología, Electrotecnia, Dibujo, Biología- Geología, Física- Química, Ciencias de la Tierra y el Medio Ambiente, con alto grado de profundidad en los contenidos”.
Nos explicó que la educación secundaria comprende cuatro cursos, y el bachillerato dos, y que fue a una de las cosas que tuvo que adaptarse, además de la preparación en las materias de Química y Geología, que aunque se relacionan con la que estaba acostumbrada a impartir, significó un gran reto que la hizo crecer en conocimientos y profesionalmente.
“En las salas existe variedad de edades, podemos encontrar estudiantes de hasta 22 años, esa es una de las diferencias con las aulas de Cuba; los estudiantes son respetuosos, y hablan con satisfacción de los docentes cubanos”.
LOS ESTUDIANTES DE UNA PROFESORA EN GUINEA
Hay orgullo en sus palabras, sobre todo, la satisfacción del deber cumplido. Al hablar de sus estudiantes, mostró sentido de pertenencia y mucho conocimiento a la hora de caracterizarlos.
“Los alumnos aquí son muy independientes en su vida personal desde edades tempranas, son los gestores de sus decisiones, la mayoría vive en hogares disfuncionales, muy pocos con mamá y papá, casi todos con hermanos o tíos que son sus tutores.
“En horarios alternos tienen que realizar labores que le permitan alguna entrada económica para poder comer y pagar sus estudios, la fuente principal de empleo es conducir un taxi (es el único medio de transporte) o vender en mercados ropa reciclada, viandas y frutas”.
EL TIEMPO LIBRE, PREFERENCIAS Y VIDA LABORAL DE UNA PROFESORA EN GUINEA
Para esta docente, que siempre se inclinó por el área de las ciencias, específicamente por los fenómenos físicos, los excelentes profesores de la especialidad que tuvo como el profesor Valeriano, Godínez y Esther Lidia resultaron su inspiración y ejemplo a seguir.
Sin embargo, siempre encuentra un lugar para sus gustos, entre ellos, la lectura y la colección de miniaturas. También disfruta el compartir con sus amistades, a los que considera parte de su familia y que han sido un eslabón importante en estos años lejos del hogar y de los que más extraña.
En su vida laboral suman 27 años dedicados a impartir clases en la enseñanza Preuniversitaria, además de ocupar responsabilidades como jefa de departamento del área de Ciencias Exactas, subdirectora docente y metodóloga de la asignatura en la Dirección Municipal de Educación.
LAS EXPERIENCIAS E HISTORIAS DE UNA PROFESORA EN GUINEA
Misleidys nos contó que entre las experiencias docentes más bonitas están las actividades de sociedades científicas y las culturales que ha desarrollado con los alumnos, en las que ha mezclado culturas y tradiciones.
Del tiempo en Guinea guarda historias que hablan de la calidad humana de esta graduada en la especialidad de Física – Electrónica, y máster en Ciencias de la Educación desde el 2008.
“Tengo anécdotas muy bonitas, como las de un alumno en el primer año de la misión que me acogió como su madre, y todos los días se me acercaba para contarme sus preocupaciones y retos diarios que tenía que enfrentar, solicitaba mis consejos, y a pesar de que ya concluyó sus estudios, siempre se comunica conmigo y me continúa llamando madre.
“Me llevaré de Guinea, en mis recuerdos, una maleta cargada de agradecimientos de padres, profesores y estudiantes que nos demostraron cariño, admiración y respeto por la labor desarrollada y la alegría que desbordaban al verme en cada inicio del curso escolar que he permanecido con ellos.
“Son parte de lo que he vivido profesional y espiritualmente, sobre todo, saber que sienten que soy parte de ellos y nunca quisieran que los abandonara. Escuchar de todos ellos decirme señora: ‘La señora Mileidy’, ‘la señora de Física y Química’, o un ‘no se vaya señora, continúe con nosotros’. Escuchar frases como: ‘Ha sido la mejor profesora que tenido, he aprendido de la materia y de la vida, nos ha inculcado valores y sus consejos han sido muy valiosos’.
“Por otra parte, cuando los profesores nativos me dicen que no puedo irme a Cuba porque soy el alma de la escuela. Son huellas imborrables que permanecerán en mi mente y en mi corazón.
“Dentro de los logros más importantes cada día está en primer plano sentir la satisfacción de que los estudiantes comprenden los contenidos que les imparto, y mi superación personal, el respeto que demuestran ante nuestra profesionalidad”.