Cuando se escucha el nombre de José Francisco Solano Ramos y Delgado muchas personas lo asocian con el nombre de una calle o de la logia masónica fundada el siete de febrero de 1915, ubicada en la intercepción de las calles Ormani Arenado y Antonio Maceo, ambas en la capital pinareña, e incluso una tarja puesta en la casa que le sirvió de residencia al ilustrado médico en la ciudad que le dio cobijo y donde su vida se vio truncada a la edad de 48 años.
Solano Ramos nace en la barriada de Jesús del Monte, La Habana, el 24 de julio de 1851, hijo de una acomodada familia que le permitió estudiar en escuelas privadas e incluso viajar a España para hacer realidad sus sueños de titularse como médico.
Donde no solo la superación personal fuera su objetivo ya que como expresara Fermín Valdés Domínguez en su escrito ofrenda “Nadie faltaba el día de la llegada del correo de Cuba. Allí nos agrupamos casi todos los cubanos: Era el cuartito de estudio de Solano, un pequeño templo consagrado a la patria, en donde se hablaba bajo, se leían y comentaban los periódicos filibusteros de Nueva York…”.
Es que como también demostrará Samuel Sánchez Gálvez la relación entre Martí y Solano fue más que de simples amigos cuando este último fuera su presentador en la Logia Caballeros Cruzados: fue a él a quien el Apóstol dejó en custodia sus joyas masónicas y hoy sabemos, documentalmente, que ambos ostentaban cargos de dirección en la logia Caballeros Cruzados número 62, justo en los meses en que Martí recién había llegado a Madrid.
La relación de amistad, en esta etapa de sus vidas, evidentemente fue mucho mayor de lo que se ha considerado hasta hoy. Varios elementos así lo indican; fue Solano Ramos quien le sirvió de fiador en su matrícula universitaria; fue José Francisco quien lo presentó en la masonería y era su cuarto uno de los sitios donde Martí se reunía con los jóvenes cubanos y leía sus escritos, e incluso, en algunos documentos encontrado en la Logia fernandina de Jagua en 2007 se encuentran las rúbricas de ambos.
La firma de Solano Ramos junto a la de José Martí en el Diploma de Maestro Masón de Amelio de Luis Vela de los Reyes, expuesto por la logia Caballeros Cruzados número 62, en el año 1871, reafirma la veracidad del testimonio del primero cuando le expresó a Aurelio Miranda que él había sido quien lo presentó como candidato a masón en una logia del Gran Oriente Lusitano Unido y que asistió a la iniciación de nuestro Héroe Nacional.
Pero es también la contribución de Solano Ramos la que trajo conexión con el más universal de todos los cubanos, ya que a ambos los unía una labor filantrópica y los deseos de transformar la realidad que les tocó vivir y eso hicieron. No me detendré en los logros de Martí porque son archiconocidos, en cambio Solano es una figura casi anónima para la historiografía cubana y es solo lo que lo vincula al Apóstol lo que ha quedado plasmada en algunas obras. Sin embargo, innumerables fueron sus aportes a la joven ciudad de Pinar del Río en el siglo XIX, con la fundación de la Logia Masónica Paz y Concordia que a su vez fue heredera de la efímera Paz y Trabajo.
Logró contribuir con la creación de una escuela para niños y niñas, de la que nació una concertina que fue el orgullo de sus creadores. La fundación de la primera biblioteca pública y de los periódicos Paz y Concordia, La Luz y La Idea fueron tribunas para el crecimiento de la cultura y la defensa del derecho de la mujer.
A él también se debe la creación de un Cuerpo Voluntario ante la ocurrencia de un siniestro en 1893 donde perecieron 2 personas.
Las joyas masónicas de Martí estaban bajo custodia de Solano, con su muerte le son confiadas a Fermín Valdés Domínguez que con su deceso la viuda entrega a la Gran Logia de Cuba, la que hoy muestra con orgullo en su Museo Nacional Masónico Aurelio Miranda, ubicado en la sede del edificio donde se encuentra la máxima dirección de la masonería en la avenida Independencia en La Habana.
A los ya conocidos Rafael María de Mendive Daumy, Fermín Valdés Domínguez, Juan Gualberto Gómez, Antonio Maceo y Máximo Gómez, por solo mencionar algunos de los hermanos masones de Martí , figura también, para orgullo de los pinareños, el doctor José Francisco Solano Ramos y Delgado.