Un equipo multidisciplinario de especialistas trabaja en un proyecto para la recuperación y conservación de los valores naturales de Cayo Jutías
Quien haya visitado Cayo Jutías sabe bien la belleza que atesora. Pero en esa porción costera hay mucho más que blancas arenas y playas color turquesa. Perteneciente al archipiélago Los Colorados, pudiera ser el cayo de mayor diversidad vegetal en el área, según estudios realizados a través de los años.
Desde hace unos meses, allí se implementa un proyecto que combina la ciencia, la conservación y el desarrollo turístico sostenible. Liderado por la sucursal naútica Marlin, la iniciativa tiene como objetivo realizar una evaluación integral con enfoque ecosistémico de la diversidad biológica y los impactos asociados a los servicios turísticos.
De acuerdo con Doralys Ponce Barroso, líder del proyecto, fueron tres las principales problemáticas que llevaron a este empeño: la deforestación que se produjo desde el inicio de la construcción del pedraplén, la muerte de sectores de manglar y el desplazamiento de la línea de costa.
Aproximadamente 70 metros de costa se han perdido en la zona en los últimos años, en tanto las especies exóticas han desplazado a las autóctonas e invadieron el ecosistema, con un impacto desfavorable en las áreas.
“Esta es la primera vez que una entidad dedicada a la comercialización de un producto turístico participa en la actividad de investigación, reconocida por la Ley 150 de Recursos Naturales y Medioambiente como uno de los instrumentos de la gestión ambiental que en Pinar del Río está respaldado en el programa territorial de Ciencia Tecnología e Innovación”, explicó Madalyts Esquijarosa, subdelegada del Citma en la provincia.
Sin embargo, el equipo es multidisciplinario, pues en el estudio intervienen investigadores de Ecovida, estudiantes y profesores de la Universidad de Pinar del Río Hermanos Saíz Montes de Oca, especialistas de la Delegación de Ordenamiento Territorial y Urbano y la Empresa Recuperadora de Materias Primas, todos bajo la coordinación del Citma.
CONOCER PARA PODER CONSERVAR
Juan Miguel Olivera Velázquez, buzo de Cayo Jutía Marlin, lleva 18 años en el cayo. En todo ese tiempo reconoce que lo que más ha influido en la pérdida de la duna es la penetración del mar a causa de los fenómenos naturales.
“También repercute la actividad del hombre. Hoy hay más rigor y control, pero el ecosistema se ha visto dañado por la pesca furtiva y la tala indiscriminada. También, en estos meses de verano, que es cuando más vacacionistas acuden, debemos corregir constantemente conductas negativas, sobre todo, relacionadas con los desechos”, precisa.
Dentro del proyecto, Juan Miguel se encarga del monitoreo a las barreras coralinas, que a su consideración, estas poblaciones han mejorado considerablemente.
La máster en Ciencias Sandra Pilar Díaz Díaz, profesora de Geología de la UPR, refiere que desde su especialidad, el objetivo principal del proyecto es hacer un estudio de la dinámica costera para determinar el comportamiento de la línea de costa con el paso del tiempo, lo que permitiría luego proponer áreas para mejorar el desarrollo del turismo.
“Comenzamos con un diagnóstico ambiental del medio físico, esto lleva varias etapas. Estudiamos también los sedimentos, los tipos de arena. Todo esto con el propósito de alargar el tiempo de la cayería y facilitar el trabajo de ordenamiento del territorio, pues según los estudios geológicos que se han hecho, esta es una de las zonas previstas a desaparecer por inundaciones, ya que Cayo Jutías es un barrera de arena del periodo Cuaternario que está expuesta a los eventos naturales”, apuntó.
Enrique González, investigador auxiliar de Ecovida, resalta la riqueza biológica del lugar, de ahí la intención de actualizar los valores naturales del cayo y elaborar propuestas para la posible restauración de áreas dañadas.
“Para conservar, primero tienes que conocer lo que hay, lo que es típico, exótico o invasor. Esta área es usada como un polígono de muestra de la sucesión natural del manglar, pues en ella existen las cuatro especies de mangle muy bien distribuidas, es uno de los valores que mantiene. Además, aún tenemos herbazales y vegetación de costa arenosa que contribuyen a la no erosión del sitio”, afirmó.
Destacan los especialistas que al aplicar el enfoque de sostenibilidad en la gestión se logrará identificar y encauzar su potencial aprovechamiento económico para otras actividades productivas, mientras que a la par se protegerá el ecosistema y se elevará la calidad de vida de las comunidades aledañas.
El proyecto va más allá de una simple investigación, es una vía para buscar perspectivas de remediación ante los efectos negativos de la antropización y el cambio climático en el cayo, sino que intenta buscar soluciones para mitigar estos efectos y alcanzar una rehabilitación efectiva que nos permita disfrutar, por mucho más tiempo, de las riquezas que tenemos y nos distinguen.