Entre las banderas de Estados Unidos y de Trump 2020 que portaban los manifestantes que se presentaron en el Capitolio la semana pasada había otros símbolos mucho más siniestros: Un individuo se paseó por los pasillos del Congreso haciendo ondear una bandera de la Confederación. Hubo carteles proclamando la supremacía blanca y defendiendo el extremismo antigubernamental. Afuera del Congreso se improvisó una horca.
En muchos sentidos esta manifestación abierta de odio hacia el prójimo fue gestándose a lo largo de años, incluido el acto “Unite the Right” de Charlotesville, Virginia, que reunió a organizaciones extremistas de derecha de todo el país en el 2017.
“Estas manifestaciones de supremacía blanca no son nuevas”, dijo Lecia Brooks, del Southern Poverty Law Center, organización defensora de los derechos civiles. “Pero están cobrando un nuevo fervor”.
Los insurrectos que participaron en la toma del Congreso incluyeron a partidarios de Trump, sectores de la extrema derecha, Oath Keepers (antigubernamental) y Three Percenters (red antigubernamental con algunas milicias).
Hubo asimismo consignas antisemitas, como la de “Campo de Auschwitz”, alusivo a un campo de concentración donde se exterminaba a judíos.
También participaron elementos del Ejército Groyper, que agrupa a nacionalistas blancos, la Asociación de la Herencia Europea de Nueva Jersey (de supremacistas blancos) y la organización extremista de ultraderecha Proud Boys, entre otros grupos supremacistas blancos. Si bien no todas las agrupaciones presentes postulan explícitamente el supremacismo blanco, muchas apoyan sus creencias, según Aryeh Tuchman, director adjunto del Centro sobre Extremismo de la Liga Antidifamación.
“Hay que entender que cualquiera que lleva la bandera de la Confederación, por más que diga que es una reivindicación histórica y no un acto racista, porta un símbolo de supremacía blanca”, dijo Tuchman.
Brooks señaló que era importante destacar el componente demográfico de la turba, que era abrumadoramente blanca. En ese contexto, incluso símbolos más tradicionales de patriotismo, como la bandera, o de preferencia política, como los carteles Trump 2020, pueden funcionar como expresiones de odio.
“Puedes envolverte en la bandera y decir que eres un patriota y que defiendes tu país, que proteges a tu país. ¿Pero qué país estás defendiendo realmente”, preguntó.
“¿Uno que promueve la supremacía blanca?”, preguntó. “O uno que promueve una democracia multirracial e inclusiva?”.
Ahora que el país trata de lidiar con un racismo sistémico tras la muerte del afroamericano George Floyd a manos de un policía blanco, la bandera de la Confederación está siendo desplegada con más frecuencia, de acuerdo con Brooks.
“Es una respuesta, y no es nueva”, manifestó. “Cada vez que hay progresos en la defensa de los derechos civiles, hay una reacción. La iconografía confederada es una forma de reafirmar la supremacía blanca que se siente amenazada”.
Las banderas de la Confederación (el viejo sur, derrotado en la guerra civil de 1861/65) y los símbolos del supremacismo blanco estuvieron presentes en el acto de hace más de tres años en Charlottesville, en el que un supremacista atropelló a una multitud con su auto y mató a una persona que participaba en una manifestación contraria. Ese acto reunió a neonazis, supremacistas blancos y otros grupos de extrema derecha, como ocurrió en la sublevación del Capitolio, expresó Brooks.
“La confluencia de grupos que vimos en Charlottesville y en el Capitolio no se da muy a menudo”, afirmó. “Están desesperados, convencidos de que son una minoría amenazada, que necesita unirse y actuar bajo la bandera del odio”.
Karen Cox, historiadora experta en los símbolos del sur y de la Confederación, dijo que el fenómeno es parecido al de la mitología de la “Causa Perdida”, una ideología pseudohistórica según la cual la causa de la Confederación durante la guerra civil fue justa y heroica, una idea que sigue viva en el corazón de muchas personas que hoy enarbolan la bandera confederada.
Añadió que para muchos extremistas como los que participaron en el alzamiento de Washington, la derrota electoral de Trump es una nueva “Causa Perdida”.
“Es la continuación de la Causa Perdida original”, declaró. “Perdieron, pero se aferran a la bandera (confederada) para demostrar que se sienten justificados”.
“Aquí pasa lo mismo. ‘Perdimos las elecciones pero nuestra causa fue justa’. En tanto sigan aferrándose a esta Causa Justa, estos símbolos seguirán vivos”.
“Han pasado 150 años desde la Guerra Civil y la gente sigue haciendo ondear esa bandera”, dijo Cox. “Lleva mucho tiempo, y tomará mucho tiempo hacerla a un lado, si es que se puede hacer eso”.
Brooks cree que la Causa Perdida está ganando peso.
“La insurrección de la semana pasada ayudó a envalentonar y a radicalizar a la gente y a hacerla más peligrosa”, expresó. “Está latente el peligro de otra insurrección como esta”.
El representante demócrata Jamie Raskin, quien es judío, estuvo adentro del Congreso el día de la ocupación y dijo que se escandalizó por “las manifestaciones abiertas de una ideología racista y pro nazi”.
“El ataque al Capitolio y la invasión del Congreso ya de por sí son estremecedores incluso si esta gente no fuese racista o antisemita”, dijo Raskin. “Pero cuando agregas el violento extremismo blanco, ta das cuenta de lo peligrosos que son para el futuro de nuestro país”.
Tuchman dice que los símbolos tienen mucha fuerza y son una amenaza para la democracia.
“Las imágenes resumen el sentir de los movimientos extremistas”, declaró. “Pueden hacerlos populares. Los símbolos son una puerta de acceso al extremismo y la radicalización”.