Escena de domingo en la mañana: El árbitro poncha al bateador (porque no fue el pitcher el que dominó) y el lanzador sale hacia el banco haciendo gestos obscenos y con los c… y las p… a todo volumen; el ampaya lo expulsa, pero el muchacho es saludado como todo un héroe por sus compañeros que también sueltan sus palabrotas.
En ese turno al bate que significó el tercer out de la entrada, los ánimos se habían caldeado entre el pitcher y el bateador: hubo bola pegada, miradas retadoras, toques de genitales… y el árbitro principal sin actuar con la energía suficiente.
Antes el lanzador había “moneado” un poco, algo que parece algunos jovencitos quieren incorporar a su comportamiento y que considero no es requerido como debe ser inicialmente por sus profesores y después por entrenadores y directores, por lo que lo arrastran hasta sus presentaciones en eventos nacionales.
Esta vez la sangre no llegó al río, como se dice popularmente, pero ¿cuántas veces hemos visto algo parecido en un partido de béisbol en los últimos años?, ¿en cuántas ocasiones sí se han producido riñas tumultuarias o expulsiones de varios atletas y directivos?; pero, sobre todo, ¿en cuántas ocasiones los directores de los equipos han requerido o amonestado con la suspensión por algunos juegos a esos “guapos”?, ¿se les ha enseñado desde edades tempranas que la guapería barriotera no conduce a nada bueno y desluce tanto al espectáculo como a quien se comporta así?
A mi ver, falta mucho, muchísimo por hacer en la educación social de algunos de esos muchachos que ante cualquier cosa que consideren una ofensa o agresión actúan como si estuvieran en el peor de los barrios del país en el que impera la ley del más fuerte, o del más guapo.
La baja en los últimos tiempos de la calidad de la pelota cubana ha venido “convoyada” con la aparición de una guapería que no se había visto tiempos atrás, porque la violencia era casi inexistente en las primeras series nacionales en aquellas que se entregaba todo en el terreno, pero si se perdía se perdía porque se trataba de un juego en el que unas veces se gana y otras se sufre una derrota.
¿Cuándo comenzó la agresividad en nuestra pelota? No me atrevo a situar una fecha, pero sí soy del criterio que su inicio se remonta a los momentos en que se fueron uniendo varios factores:
Por una parte está que la calidad de los árbitros mermó y aun así se colocaban en home algunos de los que no tenían la experiencia suficiente para ser el principal de un partido y unido a ello estuvo que algunas “vacas sagradas” hicieron y deshicieron en los terrenos de juego (como jugadores o directores) y no fueron parados en seco en el momento que había que hacerlo.
Por ejemplo, apareció poco a poco la protesta airada por los conteos, cuando se sabe de sobra que son inapelables: que una vez dicho bola o strike no hay vuelta atrás.
También se permitió que los bateadores retaran a los lanzadores o se molestaran en extremo cuando les pegaban la bola, como si en el béisbol tuviera que lanzarse por donde quiere el que batea (algo que solo se vio en los orígenes de este deporte).
Y llegó un día en que comenzó a desbordarse una rara euforia por un batazo, un fildeo o un ponche en el que se mezclaba la alegría con los gestos y palabras obscenas.
Nada de lo anterior fue frenado a tiempo ni por los árbitros ni por los directores de equipos y mucho menos por la comisión nacional y ahora vemos las consecuencias con muchachitos que lejos de concentrarse en su turno al bate o en lanzar para dominar al bateador se “especializan” en “payasear” o mostrar su guapería barriotera y no son requeridos ejemplarmente.
Tal como se dice, la pelota no es un deporte para señoritas pero tampoco puede ser un émulo del circo romano o de uno de aquellos circos de antaño en que se presentaban malos payasos.
Si se quiere que nuestro deporte nacional enrumbe hacia puerto seguro, también hay que educar y exigir; hay que erradicar ese mal que ya hace metástasis en las categorías inferiores.
Su comentario muy atinado, consiso y verdadero me ha llevado a otros escenarios donde la indiciplina es igual de impermicible por ej. Parada de cualquier politécnico en la Habana 4pm días de clase. Parada de cualquier hospital de la Habana 4pm, donde la mayoría de los que esperan son estudiantes de medicina, con sus bellos uniformes cualquier tipo de prenda inferior y sus impecablemente blancas batas. O una cola donde la mayoría somos personas mayores de edad. ¿Quien se puede imaginar que el país con más alto nivel cultural probablemente del mundo sea el país donde la vulgaridad, las malas palabras, la indolencia y la indiciplina se apodere de nuestras calles como algo normal? Ese es el resultado en los estadios en las fiestas públicas, en cualquier lugar asta dentro de las propias viviendas, Y lamentablemente en los juegos de pelota nuestro deporte nacional y que como usted bien dice no se le ha puesto la disciplina que lleva en más de una ocasión yo he apagado el tv para no sentirme parte ese chanchullo ni como espertador.