Cuba puede vanagloriarse por el respeto a los derechos humanos alcanzados, gracias a la Revolución y a su líder histórico, Fidel Castro Ruz, quien supo vislumbrar desde su alegato en 1953, conocido por La historia me Absolverá, la imperiosa necesidad de cambiar el orden económico, político y social imperante entonces.
La mayor de Las Antillas se siente orgullosa de su ejecutoria en este campo, de su ejercicio pleno por toda la población y en igualdad de condiciones para cada cubana y cubano, a quienes les está asegurada la salud, una prioridad del Estado mediante un sistema nacional que garantiza la cobertura universal y la asistencia gratuita.
A más de seis décadas del triunfo revolucionario y de la implementación de los primeros programas sanitarios, cabe resaltar entre los logros de la Medicina el hecho de que hasta en los parajes más intrincados de la geografía nacional la población esté cubierta con un médico y una enfermera de la familia.
Desde que el niño viene al mundo se inmuniza contra 14 enfermedades prevenibles, con la aplicación de 11 vacunas, de las cuales ocho son de producción nacional.
Los programas de Salud Pública abarcan la atención primaria, el universo materno infantil, las enfermedades crónicas no transmisibles, las dolencias transmisibles, la atención al adulto mayor, las tecnologías de punta y los institutos de investigaciones, entre otros.
Todos ellos han permitido que la esperanza de vida al nacer de los cubanos sea de casi 80 años, y la mortalidad en niños menores de un año de alrededor de cinco por cada mil nacidos vivos, lo que ubica al país entre los de las tasas más bajas del mundo.
Cuba mantiene cumplidos los indicadores de impacto que la certificaron en 2015 como la primera nación del planeta en eliminar la transmisión materno-infantil del VIH y la sífilis congénita.
En medio del criminal bloqueo norteamericano la industria médico-farmacéutica y biotecnológica asegura una gran parte del cuadro básico de medicamentos, además de tecnologías para la realización de pesquisas activas, diagnóstico temprano y tratamiento oportuno de enfermedades no transmisibles, facilitando el acceso y una mayor calidad de vida.
El país caribeño posee más de 100 mil médicos activos, con una proporción de nueve por cada mil habitantes, internacionalmente uno de los mejores indicadores, según las organizaciones Panamericana y Mundial de la Salud.
La batalla que desde marzo último se libra contra la COVID-19 constituye un reto para los profesionales cubanos de la salud, quienes junto a los científicos luchan sin descanso desde la prevención, tratamiento y obtención de nuevos medicamentos que han contribuido a disminuir la letalidad por esa causa.
Y en este combate no se reportan niños ni adolescentes fallecidos, y tampoco Cuba ha tenido que lamentar muertes maternas ni de ningún personal sanitario vinculado a la atención médica.
Hasta la fecha se ha recuperado el 91,3% de las personas contagiadas con la COVID-19 en el país, según informó el Ministerio de Salud Pública.
Alentadoras son las investigaciones de la mayor de las Antillas en la búsqueda de una vacuna contra el SARS-CoV-2, y descuella que de los 47 candidatos vacunales en el mundo, dos son cubanos y están registrados por la OMS, así como también existen otros candidatos en fase de investigación.
¿Y qué decir de los valores solidarios y el humanismo que caracterizan a la Revolución? Desde 1963 más de 400 mil profesionales de la salud han estado presentes en unos 170 países de todos los continentes, y por ello el saldo positivo para la vida de millones de personas en decenas de miles de comunidades de África, Asia y América y el Caribe, es incuestionable.
Cabe resaltar la labor de los integrantes de las 53 brigadas del Contingente Henry Reeve que ante la solicitud de varios gobiernos han colaborado en el combate a la pandemia en 39 países, 22 de ellos en la región de las Américas, sin olvidar que esos grupos se sumaron a los 28 mil profesionales que ya laboraban en 58 naciones.
Todo ello también pese al férreo bloqueo que por casi 60 años mantienen los sucesivos gobiernos de los Estados Unidos y que en los últimos tiempos se ha recrudecido con sus constantes intentos por desacreditar y obstaculizar la cooperación médica cubana, campaña difamatoria que sí constituye una infame violación o atropello a uno de los más elementales derechos de las personas en la vida, la salud.
En la Constitución de la República de Cuba se reconoce la salud pública como un derecho inalienable de todas las personas, siendo el Estado el responsable de garantizar el acceso, la gratuidad y la calidad de los servicios de atención, protección y recuperación.