Alejandra Mesa apeló a una vieja y casi siempre efectiva ley en el atletismo mundial: golpea con todo en el primer intento, dalo todo en el intento inicial. La estrategia le dio excelentes resultados, y su apertura de 54.42 m en el lanzamiento del disco fue inalcanzable para todas sus contrarias.
La criolla llegó a la capital paraguaya entre las favoritas al podio, pero coronarlo ahora representa para ella el principal éxito de su joven carrera. Por detrás, muy cerca, siempre tuvo el acecho de la venezolana Ottaynis Febres (54.40 m), mientras que la brasileña María Eduarda de Matos (53.21 m) terminó con la medalla de bronce.
“Estoy sumamente contenta por este resultado. Quería mejorar mi marca, pero no pudo ser ahora. No obstante, esta es mi primera competencia internacional y me siento más que feliz”, dijo aun entre lágrimas.
Esta medalla cierra una noche muy buena para el deporte rey cubano en Asunción, marcada además por tres metales de plata y uno de bronce. Para Alejandra, sin embargo, hay un pensamiento que no la abandona.
“Mi madre lo es todo para mí –confiesa– y ella es mi principal impulsora”, dice aun con la bandera sobre los hombros. Es la enseña nacional que usó casi desde que salió del área de competencias y que un compañero de equipo le alcanzó a mitad de la prueba.
“Terminar con oro esta noche tan buena para mis compañeros es un orgullo. Ahora me toca a mí apoyarlos como mismo lo hicieron ellos hoy conmigo”, agrega.
Exponente de una de las modalidades más exitosas del atletismo cubano, Alejandra termina casi con la misma fuerza que empleó para su primer lanzamiento de oro, sol que ahora, en vez del disco, pone a volar sus sueños: “esta fue mi primera competencia internacional. Ahora no hay quien me pare”.